Nadie


      Se acercó a la habitación de su hija con sigilo, mantenía una conversación con sus muñecas a las que tenía perfectamente ordenadas tomando el té.

–¿Quieres una pastita, mamá?

–Mamá ya no está, cariño –añadió el padre a su espalda.

–¿Con quién hablabas? –le preguntó su nueva esposa, observando el cuarto vacío.

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