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Mostrando las entradas etiquetadas como Microrrelatos

La crisis...

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     Intentó en vano mantener los ojos abiertos durante toda la noche, custodiando su diente bajo la almohada. La madre, sigilosa, al verlo dormido, retiró el tesoro y depositó una moneda de dos euros. Fue al cerrar la puerta cuando el ratón hizo el cambio por la de chocolate. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Despido

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      Por el miedo a equivocarse, él no da el primer paso. Por no meter la pata, ella se echa atrás en el último segundo. Saludan. Se cruzan. Siguen su camino. «Tal vez mañana me atreva», piensa él entusiasmado. «Lástima que ya no vuelva a esta oficina», piensa ella cabizbaja. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

En otra dimensión

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      “¡Pasen y vean!”, le escucha vociferar, acompañado por el sonido de una trompa y mostrando a los visitantes la puerta de entrada al tenderete donde se encuentra ella, asustada en un rincón, intentando soltarse de las cadenas. Sin comprender por qué aquellos animales le lanzan cacahuetes. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Coleccionista de besos

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      “No vas a conquistarme siendo tan insistente”, le dijo en la décima llamada de ese día. “Eso decís todas”, respondió él, risueño, cuando ella ya había colgado, colérica. Después cogió su mochila y se despidió con un beso en los labios amordazados de una, dos, tres… ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Verdades disfrazadas

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       Fuiste el renglón equivocado del cuento que por las noches les contaba a mis hijas. Era su favorito, me hacían contárselo una y otra vez. Se sentían identificadas con aquella niña cuyo padre, inesperadamente, al final volvía. Ignoraban que él, quien regresó, no aparecía en el cuento. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Regalo inesperado

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      La camiseta, sudada, muestra una figura modelada con sacrificio matutino. La observan tomarse el batido, directamente de la licuadora, rezando por ver resbalarse un chorrito hasta su escote otra vez. Ajena a los prismáticos de los hijos de su vecina, se deshace de la ropa antes de dirigirse a la ducha. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Pasado, presente y…

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              Azules como el cielo cuando le miraba encandilada en aquella cafetería donde se conocieron. Húmedos y rojizos cuando se le fue de las manos la primera vez. Herméticos y huidizos cuando escucha la llave por la cerradura. Gélidos, impenetrables, en el infinito de una mirada sin vida.  ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Y otro...

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           Llevaba días esperándole, aún sabiendo que a veces se retrasaba o incluso jugaba a engañarme, haciendo creer que venía para quedarse y marchándose una semana más para, después, regresar definitivamente con cierto aire burlón, ese tan característico suyo donde no sabes si te espera un día espléndido o si se avecina una buena tormenta. Tal vez era eso precisamente lo que me gustaba de él, esa incertidumbre, el unos días parecerse a su predecesor y sin previo aviso volverse tan gélido como el que le sucede.       Ese día quiso aparecer por sorpresa, como le gustaba hacer. A pesar de su apariencia invisible lo sentí llegar; disimulé y me hice la despistada para que no me hiciera la jugarreta de marcharse. Ya estaba disfrutando  de su fresca y húmeda brisa antes de dejar caer las primeras hojas. Pronto, un manto tostado haría visible su inconfundible presencia otro año más.

Chantaje

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Salió del despacho del director con la satisfacción del triunfo en sus manos: aunque fue pillada por su profesora copiando, aprobaría el examen final de química. Ellos aún no sabían que el vídeo tórrido que acababa de mostrarles llevaba ya días navegando por Youtube.

Baker Street Station

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      Le miraban con fingida lástima al depositar las monedas en la funda de su violín mientras tocaba.      —¡No estoy loco! —murmuraba, ajeno a su indumentaria—. Sólo esperamos el tren que nos llevará a nuestro tiempo, ¿verdad Watson?      El perro lo miró y continuó durmiendo sobre el andén.

In fraganti

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     La misma cantinela otra vez. Ese ruido acompasado que atormenta su cabeza, evocando aquella desgarradora imagen. Sabe que no debe salir. Se cubre con la almohada para amortiguarlo. Aún así no desaparece y la escena acude a su mente:       —¿Duele mamá?       —¿Qué haces aquí? ¡Vete a tu cuarto!

Nadie

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      Se acercó a la habitación de su hija con sigilo, mantenía una conversación con sus muñecas a las que tenía perfectamente ordenadas tomando el té. –¿Quieres una pastita, mamá? –Mamá ya no está, cariño –añadió el padre a su espalda. –¿Con quién hablabas? –le preguntó su nueva esposa, observando el cuarto vacío.

Medidas desesperadas

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Al despertar me encontré con una cara desconocida. Todo a mi alrededor me lo parecía. No conseguí tranquilizarme cuando su voz afirmó ser mi marido, ni al observar la mirada diabólica de aquellos niños. Él sólo esperaba que la estrategia funcionara mejor que la de los anuncios.

Volver

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      «Cuando volvamos a encontrarnos, recuérdame que te debo una historia». Removía el contenido de su taza rememorando aquella frase que él le dijo cuando se conocieron, justo antes de despedirse para meses después reencontrarse y no volver a separarse más. Había llovido tanto desde aquello.       Él, sentado ahora frente a ella, presta toda su atención a la pantalla de su teléfono móvil. No hay palabras durante el desayuno, dos o tres frases sueltas durante el almuerzo, y apenas brotan unas cuantas durante la cena. No recordaba cuánto tiempo hacía desde la última vez que habían mantenido una verdadera conversación. No de las habituales de qué tal el día, donde ninguno escucha interesado la respuesta del otro hasta el final; sino de las auténticas, de las que pueden faltar palabras pero jamás se pierde el brillo en la mirada, de las de me he fijado en que cuando vistes de azul estás más alegre que cuando lo haces de negro, ¿va todo bien? O en las que previamente se prepara la c

La máquina del olvido

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      No se dejen engañar, nadie entraba de manera voluntaria en aquel lugar. Eran empujados por las miradas inquisitivas de su alrededor. Miradas de extrañeza donde se podía leer: «¿A qué esperas? Cambiar tu situación sólo depende de ti. Borrar lo que te atormenta es muy sencillo, sólo tienes que entrar ahí y saldrás libre de carga; exento de esos recuerdos que roban tu sueño. Si no eres feliz es porque no quieres». Nadie les decía que, una vez despojados de sus recuerdos, comenzar de cero no sería tan sencillo; que tropezar una y mil veces les ayudó a aprender a no caerse; ni que lo bueno conseguido sabe mejor apreciando el sacrificio; o que el dolor de una pérdida también muestra el camino de la intensidad con que se vivieron los momentos felices. Nadie advertía de esto porque cuanta más unión había en la idea de olvido, más vacíos quedaban sus corazones. (Inspirado en la frase: "No se dejen engañar: nadie entraba de manera voluntaria en aquel lugar" para El CuentaC

Confianza

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      He recorrido océanos de tiempo para encontrarte —le dijo a su reflejo en el espejo. En su expresión se dibujó una sonrisa triunfal, acompañada de una mirada desafiante—, y no he llegado hasta aquí para dejarme influenciar por aquellos que sólo tratan de hacerme perder lo más valioso que he conseguido en la vida. (Inspirado en la frase «He recorrido océanos de tiempo para encontrarte» de El CuentaCuentos)

Alas de mariposa

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                   Nunca había deseado tanto estar de vuelta y sin embargo, cuando se encontró frente a la entrada, tuvo miedo de dar el paso. Temía que todo hubiese cambiado. No ser recibida de la misma forma que al principio, cuando el mínimo gesto, algo que para cualquiera habría pasado inadvertido, por muy insignificante que fuera, él lo retenía y moldeaba a su antojo, adquiriendo un valor que ni ella esperaba.       Él hacía ya tiempo que tampoco acudía a su punto de encuentro, quizás cansado de pasear por aquel lugar desolado, donde solo permanecían los rescoldos de un sitio que siempre brilló por la intensidad de sus ilusiones, tan vivas como inalcanzables.       Estuvo tentada a dar media vuelta. Marcharse por donde había venido para concederse algo más de tiempo, adquirir la seguridad que iba perdiendo según se acercaba. Tal vez con la idea de prepararse para lo que pudiera encontrar, por si no era la calidez de un hogar encendido ni la frescura de un día de lluvi

VII Microjustas || Ronda 3

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      Tema de la ronda: Guerra      En el micro no se podían usar las siguientes palabras: guerra, combatir, luchar, ganar, vencer, perder o pelear. Aquí terminó mi participación en esta edición y no conseguí llegar a semifinales; pero ya tengo mi caballo preparado para la siguiente edición. Si os animáis a participar, avisaré cuando comiencen.         Conflicto de Austerlitz, 1805 "Volveréis a casa bajo arcos triunfales", prometió Napoleón a sus hombres. Treinta y dos años más tarde, un hijo llora a su padre bajo el Arco del Triunfo en París.

VII Microjustas || Ronda 2

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      El tema de esta ronda fue secreto hasta que todos los participantes elegimos a nuestro rival en plan "cita a ciegas". A mí me tocó uno de los rivales más temidos porque me dormí en los laureles y cuando me quise dar cuenta ya habían elegido todos :S Una vez emparejados, los jueces nos comunicaron el tema, que era  inspirarnos en el avatar de nuestro contrincante y usarlo como tema central del micro... A partir de ahí me alegré del rival que me había tocado pues su avatar, el que veis aquí abajo, me daba juego para escribir en mi estilo... Y pasé a cuartos de final. Ascensor, hora punta Miró a uno y otro lado con disimulo, creyendo que su semblante serio le libraría de sospecha. Por mis antecedentes, me llevé un pellizco acusador de mi madre. Ninguno de los presentes se dio cuenta excepto el hombre de la perilla: el legítimo propietario de aquel pedo.  

VII Microjustas || Ronda 1

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Tema de la ronda: Funeral Testigo mudo —Mamá, Juan ha hecho una foto al muerto antes de que cerrasen la tapa. —¡No se pueden hacer fotos a los muertos! —¿Ah no? —¡Qué vergüenza! ¿Os ha visto alguien? —Solo el de la foto, pero guardará el secreto, nos ha guiñado un ojo.