De mentirijillas y chantajes...
Hace unas semanas leí en algún sitio, un artículo donde se hablaba de las mentirijillas que los padres decimos a nuestros hijos, y me sentí completamente identificada con el asunto. Trataba sobre cuando nos piden que les compremos cosas, y les decimos que no llevamos dinero, o que a la vuelta se lo compramos, conscientes de que cuando volvamos no lo haremos por esa calle… pero el caso es no caer en la tentación de comprar lo que nos piden, no ceder al chantaje emocional para ahorrarnos llevarlos enfadados por la calle.
El otro día fue mi primera vez como ratoncito Pérez (aunque les haga ilusión, hay que reconocer que también es una trola que les estamos echando) y no me conformé con dejarle dinero debajo de la almohada, sino que, encima, me permití el lujo de llevar la mentirijilla más allá, y le dejé una minúscula nota firmada por Pérez… Pero es que al día siguiente, no contenta con eso, mientras me ayudaban a hacer la cama del pequeño, que está justo debajo de la del mayor (el propietario del diente), vi una especie de pelotilla de pelusa, o de plastilina, o un Pops de Kellogs de chocolate “empelusado”, o vete tú a saber lo que sería aquello que estaba encima del edredón... y no se me ocurrió otra cosa que decirles que era una caca del ratoncito Pérez, y se partieron de risa, claro, porque se nos plantearon un montón de ideas sobre cómo se le habría escapado dicho "elemento no identificado" encima de la cama del hermano. Yo pensando que la cosa iba a quedar ahí, en la intimidad familiar… Pues no fue así, pasaron del diente, de la nota y del dinero, y llegaron al colegio anunciando a bombo y platillo, a todo el que se encontraron, que el ratoncito Pérez se les había hecho caca en la cama, como si aquello fuera un trofeo que les había dejado. Yo no sabía dónde meterme, pensando en si llegaba el asunto a oídos de las seños de ambos, qué clase de madre chiflada se iban a pensar que soy, que les deja cacas de ratón para llevar la credibilidad del asunto hasta el extremo… Como cuando les dejamos a los Reyes Magos leche y dulces, que mordisqueamos para que al día siguiente se crean que han sido ellos… que a veces me pilla con los dientes lavados y maldita la gracia que me hace mordisquear los preparativos. Sólo espero que dentro de unos años, cuando se enteren de las mentirijillas del pasado, no me pasen factura: «Mamá, mira que eras trolera, que nos hiciste creer que el ratón de las narices se hizo caca en mi cama y mis compañeros aún no se han olvidado de aquel turbio asunto» ¬¬ Y yo: «Hijo, entiéndeme, era mi primera vez, no sabía lo que hacía...»
Uno de los días de este pasado puente, como no tenían cole y no era festivo, decidí llevármelos de compras, advirtiéndoles que si pasábamos por la zona de los juguetes sólo podían mirar, porque si no, los Reyes Magos no sabrían qué regalarles si les compraba yo juguetes… El pequeño se puso de morros, pero el mayor que ya tiene respuestas para todo, me soltó: «No te preocupes, mamá, que como ya tenemos la carta hecha, te pedimos cosas que no estén en la carta»… ¡Chico listo! Así que tuve que pasar al "Plan B", me abandoné al mundo del chantaje y el soborno, saqué un billete de 10€ y se lo guardé en un bolsillo del vaquero al mayor, con las siguientes instrucciones: «Mamá tiene que comprar cosas en varios sitios de mayores, si estáis a mi lado, sin toquetear nada, ni pelearos, ni armar jaleo y sin que os tenga que regañar, os podéis comprar algo cada uno con ese billete (Ilusa de mí que pensaba que con 5€ cada uno, todavía se podía comprar algo que no fuera un sobre de cromos…) pero si os portáis mal, me devolvéis el billete y para casa». Pues dio resultado, en mi vida les había visto tan pegados a mí, tan tranquilos, y hasta haciéndome la pelota en los probadores «¡Eso te queda genial, mamá!» Eso sí, cada dos por tres «¿Mamá, cuándo vas a terminar de ver tus cosas?» Y yo, por supuesto, en mi línea «¡miro una cosa más y nos vamos!» Cuando en realidad me quedaban unas cuantas secciones por mirar…
Y cuando llegó su ansiado momento de la sección de juguetes, nos encontramos con que pedían todo lo que superaba los 30€ (lógico) y yo explicándoles que tenían que buscar cosas pequeñas, que seguramente se adaptaban más al presupuesto… Así que el pequeño (3 años) quería un Omnitrix, que es una especie de reloj con el que Ben10 se transforma en distintos alieníjenas, y le dije que no, que si le gustaba el Omnitrix que se lo pidiese a los Reyes Magos, a lo que contestó todo indignado: «¿Tú qué quieres, que no me transforme?» Y claro, no iba a ser yo quien le sacara de aquella ilusión… Así que le dije, intentando contener la risa: «Sí, cariño, yo quiero que te transformes, pero pídeselo a los Reyes Magos que les va a encantar hacerte ese regalo» (...y ya si el niño, cuando se ponga el Omnitrix, comprueba que no se transforma en alien… pues que le pida cuentas a quienes se lo hayan regalado, que ya bastante tengo yo con cargar con las mentiras que les suelto...)
El otro día fue mi primera vez como ratoncito Pérez (aunque les haga ilusión, hay que reconocer que también es una trola que les estamos echando) y no me conformé con dejarle dinero debajo de la almohada, sino que, encima, me permití el lujo de llevar la mentirijilla más allá, y le dejé una minúscula nota firmada por Pérez… Pero es que al día siguiente, no contenta con eso, mientras me ayudaban a hacer la cama del pequeño, que está justo debajo de la del mayor (el propietario del diente), vi una especie de pelotilla de pelusa, o de plastilina, o un Pops de Kellogs de chocolate “empelusado”, o vete tú a saber lo que sería aquello que estaba encima del edredón... y no se me ocurrió otra cosa que decirles que era una caca del ratoncito Pérez, y se partieron de risa, claro, porque se nos plantearon un montón de ideas sobre cómo se le habría escapado dicho "elemento no identificado" encima de la cama del hermano. Yo pensando que la cosa iba a quedar ahí, en la intimidad familiar… Pues no fue así, pasaron del diente, de la nota y del dinero, y llegaron al colegio anunciando a bombo y platillo, a todo el que se encontraron, que el ratoncito Pérez se les había hecho caca en la cama, como si aquello fuera un trofeo que les había dejado. Yo no sabía dónde meterme, pensando en si llegaba el asunto a oídos de las seños de ambos, qué clase de madre chiflada se iban a pensar que soy, que les deja cacas de ratón para llevar la credibilidad del asunto hasta el extremo… Como cuando les dejamos a los Reyes Magos leche y dulces, que mordisqueamos para que al día siguiente se crean que han sido ellos… que a veces me pilla con los dientes lavados y maldita la gracia que me hace mordisquear los preparativos. Sólo espero que dentro de unos años, cuando se enteren de las mentirijillas del pasado, no me pasen factura: «Mamá, mira que eras trolera, que nos hiciste creer que el ratón de las narices se hizo caca en mi cama y mis compañeros aún no se han olvidado de aquel turbio asunto» ¬¬ Y yo: «Hijo, entiéndeme, era mi primera vez, no sabía lo que hacía...»
Uno de los días de este pasado puente, como no tenían cole y no era festivo, decidí llevármelos de compras, advirtiéndoles que si pasábamos por la zona de los juguetes sólo podían mirar, porque si no, los Reyes Magos no sabrían qué regalarles si les compraba yo juguetes… El pequeño se puso de morros, pero el mayor que ya tiene respuestas para todo, me soltó: «No te preocupes, mamá, que como ya tenemos la carta hecha, te pedimos cosas que no estén en la carta»… ¡Chico listo! Así que tuve que pasar al "Plan B", me abandoné al mundo del chantaje y el soborno, saqué un billete de 10€ y se lo guardé en un bolsillo del vaquero al mayor, con las siguientes instrucciones: «Mamá tiene que comprar cosas en varios sitios de mayores, si estáis a mi lado, sin toquetear nada, ni pelearos, ni armar jaleo y sin que os tenga que regañar, os podéis comprar algo cada uno con ese billete (Ilusa de mí que pensaba que con 5€ cada uno, todavía se podía comprar algo que no fuera un sobre de cromos…) pero si os portáis mal, me devolvéis el billete y para casa». Pues dio resultado, en mi vida les había visto tan pegados a mí, tan tranquilos, y hasta haciéndome la pelota en los probadores «¡Eso te queda genial, mamá!» Eso sí, cada dos por tres «¿Mamá, cuándo vas a terminar de ver tus cosas?» Y yo, por supuesto, en mi línea «¡miro una cosa más y nos vamos!» Cuando en realidad me quedaban unas cuantas secciones por mirar…
Y cuando llegó su ansiado momento de la sección de juguetes, nos encontramos con que pedían todo lo que superaba los 30€ (lógico) y yo explicándoles que tenían que buscar cosas pequeñas, que seguramente se adaptaban más al presupuesto… Así que el pequeño (3 años) quería un Omnitrix, que es una especie de reloj con el que Ben10 se transforma en distintos alieníjenas, y le dije que no, que si le gustaba el Omnitrix que se lo pidiese a los Reyes Magos, a lo que contestó todo indignado: «¿Tú qué quieres, que no me transforme?» Y claro, no iba a ser yo quien le sacara de aquella ilusión… Así que le dije, intentando contener la risa: «Sí, cariño, yo quiero que te transformes, pero pídeselo a los Reyes Magos que les va a encantar hacerte ese regalo» (...y ya si el niño, cuando se ponga el Omnitrix, comprueba que no se transforma en alien… pues que le pida cuentas a quienes se lo hayan regalado, que ya bastante tengo yo con cargar con las mentiras que les suelto...)
Te estoy leyendo con una sonrisilla en la boca. Será para ver a los nenes tan calladitos a tu lado y tú de tiendas jajajaja
ResponderEliminarUn besote^^
Callados, lo que se dice callados... imposible, les tuve que recordar el trato en alguna ocasión y se probaron alguna que otra prenda (de las mías) en el probador, no te creas... pero para lo que suelen ser jajajajaja
ResponderEliminarjajajaja, mancantado lo de la prueba biológica de la existencia del ratoncito Pérez; pero a ver, tú como su madre y escritora, normal jajajaja... que si sigues haciéndolo igual de bien tus hijos llegarán a los veinte creyendo que sí que existe.... recuerdo la prima de mis primos que tenía a sus padres torturados porque ya era mu mayor y aún no pillaba que... "¿verdad que sí existen?", y al tener que responder quienes toda la vida le habían dicho que sí :P
ResponderEliminarTambién me has explicado qué hay detrás de los niños buenos en sitios públicos jajaa
besos
Sí, Antwaters, cuando veas unos niños demasiado tranquilos para la edad que tienen... una de dos, o son buenos y tranquilos realmente (caso excepcional y admirable)o están de algún modo sobornados por los padres...
ResponderEliminar;)
Sara, me ha gustado mucho la idea de la nota, más que nada porque mi madre también me escribió una nota como si fuera el ratoncito Pérez y yo casi muero de ilusión. Es una lástima que algún día todos dejemos de creer.
ResponderEliminarUn beso.
Es lo malo de perder esa inocencia, que ya nada vuelve a ser igual, y empiezas a vivir de otra manera, buscando otras ilusiones menos fantasiosas aunque sí fantásticas... Pero lo que sí es cierto, es que cuando compartes esos momentos de fantasía con tus hijos, algo dentro de ti se remueve y empatizas con su inocencia hasta el punto de querer ignorar que has sido tú el autor de la trama.
ResponderEliminarOtro que ha estado leyendo la historia con una sonrisilla...gracias, Sara, por este pequeño gran momento que me has hecho pasar leyéndote y recordando cuando me decían mentirijillas...;-)
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo, ahora me debes un "comienzo de nuevo día" jijijiji
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