En el probador...



      Mientras se observa en el espejo del probador, piensa que esa talla corresponde exactamente con la suya. Es la primera vez que se pone un tanga de encaje negro, con su picardías a juego. Observar su cuerpo desnudo a través de ese tejido tan transparente, le proporciona una sensación de reservado placer. Cuando termina de probarse el mencionado conjunto, vuelve a vestirse con su ropa. En un ramalazo de pura atracción, tiene la efímera tentación de coger las minúsculas prendas y guardarlas en un bolsillo de su chaqueta. Presa del pánico que le produce la idea de que un pequeño hilo o etiqueta del sistema de alarma delate su tentativa de hurto, decide dejar el conjunto perfectamente colgado de su percha dentro del probador.

      Al abrir la cortina, se topa con la cara de un chico joven que lleva varias prendas en la mano, y cuyos ojos miran fijamente el conjunto colgado a su espalda.

      ―Eso... Eeeeeeso ya estaba ahí cuando llegué ―le comunica al joven, ajustándose el nudo de la corbata.

Comentarios

  1. Anónimo17/6/10

    Es muy bueno! Me gusta la jugada al despiste que haces. Planteando que el dilema es hurtar o no hurtar...y lo importante eran las parafilias del muchacho. Me ha gustado. :-D
    Bsos

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  2. Encantada de que os haya gustado ;)

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  3. Por cierto, hacía tiempo que no veía un perro y un gato tan cerca...

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