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Perfecto amo de casa

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      Se duchó, repasando mentalmente los informes que debía terminar. Ya en pijama, preparó un sándwich que engulló viendo el telediario. Fue al sonar el teléfono y ver el nombre de su mujer en la pantalla cuando recordó a su bebé durmiendo en la sillita del coche. (XIII Edición de Microjustas OZ)

Parece que fue ayer…

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      Llevo ya cuatro años escribiendo, o al menos eso dice mi blog. Cuatro. ¿Cuatro? ¡¡Cuatro!! Para mí ha sido un suspiro, soy capaz hasta de situarme en ese lejano día de febrero de 2010 cuando, una mañana soleada (como suelen serlo todas en Málaga), muy entusiasmada, pulsé el botón titulado “crear blog”, y las vueltas que le di para encontrarle un nombre, una imagen, unos colores… Ha llovido mucho desde ese día pero para mí nada ha cambiado. Bueno, nada y todo lo ha hecho porque aunque he ido cambiando de forma, nunca el fondo, conservo las mismas ilusiones que entonces. Aunque, como todo en la vida, uno cuando empieza con algo lo coge con muchísima fuerza. Y no es que ahora me haya cansado de escribir a diario, pero las novelas me han hecho acostumbrarme a aflojar el ritmo, al principio era más activa en relatos y más participativa en foros de escritura. Mi día a día tampoco es el mismo que entonces, aunque mi mente sigue muy activa buscando nuevas ideas que voy anotando y

La viuda

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      «Tranquilo, esta es sorda», informó al sicario de su marido cuando vio asomar las coletas de la niña y la instó a marcharse con signos.       Al salir se cruzó a su gemela, extrañada de no verla con trenza. A su madrastra le gustaba tenerlas bien diferenciadas. (XII Edición de la Sortija en OZ)

Siempre

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     Era tu palabra comodín: «siempre estaré a tu lado, siempre hay una solución, siempre me haces sonreír, siempre habrá un nosotros, siempre…». Me sentía seguro escuchándote usarla una y otra vez. Siempre. Excepto aquella noche. Dejaste un mensaje cariñoso en mi buzón y, al pronunciarla, equivocaste mi nombre.   ( XII Edición de la Sortija en OZ )

En los lavabos

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     Salió él primero. Ella antes recompuso su vestido azul. Los invitados bailaban y festejaban ajenos a la ubicación de los novios. A él lo vieron salir del servicio. Después a ella, acercándose a una amiga que llevaba una carrera en las medias y las mejillas arreboladas. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

En serie

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      “Me asustan los principios”, afirmaste. “A mí los finales”, respondí. Descubrí al tiempo que donde acechaba mi final comenzaba a hilvanarse tu principio. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Jaleo nocturno

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      Todas las noches igual: revisan bajo la cama, tras las cortinas... En el armario aguanto la respiración y cierro los ojos. Cuando se marchan, la niña me avisa y entro en su cama. Enciende la linterna y hacemos sombras con las manos. Aunque las mías nunca las vemos. (XII Edición de la Sortija en OZ)

La crisis...

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     Intentó en vano mantener los ojos abiertos durante toda la noche, custodiando su diente bajo la almohada. La madre, sigilosa, al verlo dormido, retiró el tesoro y depositó una moneda de dos euros. Fue al cerrar la puerta cuando el ratón hizo el cambio por la de chocolate. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Despido

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      Por el miedo a equivocarse, él no da el primer paso. Por no meter la pata, ella se echa atrás en el último segundo. Saludan. Se cruzan. Siguen su camino. «Tal vez mañana me atreva», piensa él entusiasmado. «Lástima que ya no vuelva a esta oficina», piensa ella cabizbaja. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

En otra dimensión

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      “¡Pasen y vean!”, le escucha vociferar, acompañado por el sonido de una trompa y mostrando a los visitantes la puerta de entrada al tenderete donde se encuentra ella, asustada en un rincón, intentando soltarse de las cadenas. Sin comprender por qué aquellos animales le lanzan cacahuetes. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Coleccionista de besos

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      “No vas a conquistarme siendo tan insistente”, le dijo en la décima llamada de ese día. “Eso decís todas”, respondió él, risueño, cuando ella ya había colgado, colérica. Después cogió su mochila y se despidió con un beso en los labios amordazados de una, dos, tres… ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Verdades disfrazadas

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       Fuiste el renglón equivocado del cuento que por las noches les contaba a mis hijas. Era su favorito, me hacían contárselo una y otra vez. Se sentían identificadas con aquella niña cuyo padre, inesperadamente, al final volvía. Ignoraban que él, quien regresó, no aparecía en el cuento. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Regalo inesperado

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      La camiseta, sudada, muestra una figura modelada con sacrificio matutino. La observan tomarse el batido, directamente de la licuadora, rezando por ver resbalarse un chorrito hasta su escote otra vez. Ajena a los prismáticos de los hijos de su vecina, se deshace de la ropa antes de dirigirse a la ducha. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Pasado, presente y…

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              Azules como el cielo cuando le miraba encandilada en aquella cafetería donde se conocieron. Húmedos y rojizos cuando se le fue de las manos la primera vez. Herméticos y huidizos cuando escucha la llave por la cerradura. Gélidos, impenetrables, en el infinito de una mirada sin vida.  ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Se van haciendo mayores

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      Este año, mi hijo mayor (9 años) ha descubierto el asunto Papá Noel y Reyes Magos. De la manera más tonta, además… Se habían pedido para Papá Noel unas consolas Nintendo y, como eran iguales, no se me ocurrió otra cosa que, cuando las probé para asegurarme de que funcionaran correctamente, se las personalicé, y a cada uno le puse un saludo personal con su nombre en el inicio de pantalla y el entorno de la misma con los textos del color favorito de cada uno. Se pasaron todo el día de Navidad chismorreando con sus primos y por la noche, antes de dormir, nos confesaron que habían descubierto que es imposible que Papá Noel se ponga a escribir mensajes en las Nintendo con el nombre de todos los niños que se piden una, y que la prima había dicho, además, que los padres lo escriben porque son los que compran los regalos. Lo pensé fríamente, no sabía si continuar con la mentira porque además era sencillo refutar su argumento, bastaba decir: “igual que se molestan en envolver los rega