Al menos, todo hay que decirlo, nunca llama dos veces… Yo tengo dos teorías: que pulsa por sistema a todos los botones del portero automático, aunque lo raro es que cuando contesto sólo escucho mi ¿Quién es?... o que por las mañanas soy la única habitante de mi bloque y ya me ha calado, ahorrándose así pulsar el resto. A veces, cuando sube a traerme una multa o cualquier otra carta certificada, me dan ganas de preguntárselo, por curiosidad más que nada, pero nunca lo hago, no vaya a ser mal interpretada mi pregunta. Cuando llaman los del buzoneo, siempre les abro la puerta, me recuerda a mi época de estudiante, cuando realizaba ese tipo de trabajos, muy odioso la mayoría de las veces, porque la gente es muy poco agradable cuando se les pulsa al telefonillo… Recuerdo que solía empezar pulsando los botones de los pisos más altos, no sé si es que me daba miedo que los del bajo me abri...
Yo no sé si soy muy torpe, si me ha pillado en un mal día o si la web de cita previa del DNI está diseñada para que acabemos adictos a la tila. Me disponía esta mañana a sacar cita para renovar los DNI de mis hijos. Así que abro la web, pongo el número del mayor, la letra en la casilla correspondiente, el número de equipo (que no sé lo que es, pero viene atrás), la fecha de caducidad y relleno el casillero de la verificación captcha. Hasta ahí todo ok. Paso a la siguiente pantalla y no veo la opción de agregar también la cita del pequeño, pero continúo y veo la que me da a elegir entre DNI o pasaporte. Imagino que vendrá más adelante lo de cita doble. Llegamos a la siguiente pantalla: mapa de España, elijo provincia. Me ofrecen elegir comisaría, todo correcto, y ya aterrizo en la de fechas disponibles. Leo que si he elegido la opción de cita múltiple, debo tener en cuenta al escoger una franja horaria que tenga dos citas consecutivas. ¡Mierda! Mal empezamos. No he cogido l...
C uando perdió su sombra, no se lo contó a nadie. Tenía miedo de que todo el mundo se fijase en él y le mirasen como a un bicho raro. Era un niño muy tímido y más maduro de lo que le correspondía por su edad. Pensó que si caminaba por la calle, por el lado donde daba la sombra de los edificios, nadie echaría en falta la suya. Se preguntó dónde habría ido a parar. Nunca había hecho nada parecido, a pesar de que millones de veces, había jugado a pisarla y a librarse de ella, sin éxito. La sombra, por su parte, se encontraba paseando por las calles de su barrio. Se distraía jugando en los parques y hablando con todas las sombras que se cruzaba por el camino. La noche era el momento cumbre para las sombras sin cuerpo, las calles y parques rebosaban de ellas. Era una sombra muy extrovertida, y no le daba miedo
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