La chica del vestido verde
Se bajó del taxi algo confundida, la dirección que llevaba apuntada era correcta, pero en vez de ser un restaurante el cartel de la fachada rezaba: Biblioteca. Aquella cena a la que se dirigía fue planificada unos cuantos años atrás. Un día, un amigo que creía fielmente en el destino le propuso una invitación, se trataba de cenar en un restaurante de una ciudad lejana y en una fecha futura, varios años más tarde. Ella no creía en el destino ni pensaba que las cosas sucedían porque tienen que suceder, sino que son fruto de la casualidad y las decisiones tomadas en cada instante. Acordaron aquel día que si, yendo cada uno por su cuenta a la cena y sin avisarse de antemano, esa cena se efectuaba en aquel restaurante acordado y el día señalado; ella creería en el destino. Y de no celebrarse, él creería en las casualidades. Una sonrisa maliciosa quiso venir a su rostro al recordar aquel pacto mientras leía "Biblioteca" en el cartel. En el fondo se sentía de