Era un sueño, lo notaba a cada paso por los sonidos familiares y recurrentes; no era su primera vez allí. Aceleró sus andares para llegar antes de que volviera a esfumarse el momento. Le encontró donde siempre, faenando, con la medida de quien no tiene prisa. Se sentaron al calor de un café, y él acarició su mano con ternura, ella aprovechó para contarle todo lo acontecido en su ausencia. Despertó satisfecha, esta vez no había olvidado decirle que le quería.