El viaje
No tenía ninguna intención de soltarse. Pensaba que fuera lo que fuese, que pudiera encontrar lejos de allí, no sería tan placentero como permanecer allí viendo todo lo que le rodeaba, cómodamente. Sabía desde el principio que alguna vez tendría que soltarse, y eso le producía tal malestar que tampoco le dejaba disfrutar, del todo, con lo que tenía a su alrededor. Pero prefería buscar excusas para justificar sus miedos, que soluciones para eliminarlos. Un buen día cuando se despertó, encontró que estaba sola. El resto de las semillas se habían soltado y pensó que su unión con aquella flor marchita ya no duraría mucho más tiempo, acabaría marchitándose con ella. Entonces la flor, en su último suspiro, le dijo: ¡Venga, no seas tonta, suéltate, no tengas miedo y disfruta de ese viaje, será el más importante de tu vida! Aquellas palabras recordó el diente de león, cuando vio desaparecer a la última semilla de su corola.