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Mostrando las entradas etiquetadas como Travesía literaria

Consciencia (Cap. III)

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Leer antes: Capítulo I y Capítulo II    Caminó tras ella hasta la cocina. Las paredes de aquel largo pasillo estaban empapeladas en tono marrón oscuro y ornamentado con cenefas de estilo antiguo en tonos beige, que le aportaba un aspecto lúgubre. De la cocina salía un aroma cálido de té recién hecho. Sirvió dos tazas que depositó sobre una bandeja, y le invitó a pasar al salón. La decoración de la casa era una mezcla de muebles coloniales que contrastaban con otros de líneas más modernas.    ―Me gustaría saber por qué me has invitado a pasar, no nos…   ―Shhhhh, no lo estropees con preguntas que no tienen respuesta ―le interrumpió ella, mientras se servía dos cucharadas de azúcar y le pasaba el azucarero a su invitado.    ―Tienes una casa muy acogedora.    ―Gracias, aunque a mí no termina de gustarme del todo, no encaja con mi personalidad. Conservo algunos muebles, que han pertenecido a mi familia, por nostalgia, pero soy más partidaria del mobiliario funcional.   

Puente del Ártico

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   Paseaba distraído por las calles de la ciudad. Todos los días se sentía en un bucle de constante rutina. Se levantaba temprano para atender una pequeña tienda de aparatos electrónicos, que había heredado de su tío, al otro lado de la ciudad. Nunca le había gustado ese trabajo, a pesar de haber pasado casi toda su infancia metido en aquella tienda. Su padre murió cuando él era casi un bebé, y su tío era lo más parecido a un padre que había conocido. Él siempre le animó a mirar alto, por encima de las nubes le decía, y si no lo consigues siempre te quedará esta tienda. A él, al pequeño Sebas, siempre le había interesado la evolución de las especies. Todos los libros que sacaba de la biblioteca trataban de lo mismo. ―La biodiversidad es muy valiosa ―le relataba a su tío, sentado en una silla detrás del mostrador―  cada especie tiene un papel importante en el ecosistema ¿lo sabías? ―y le daba un mordisco al bocadillo, mientras pasaba la página… Sebas acabó licenciándose en Biología.

En días de disturbios

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Cap. anterior: El niño guerrero En “Letras que forman países” nos han pedido que nuestro relato transcurra durante un hecho histórico del país elegido. Kenia no es un país que destaque por sus hechos históricos, así que no he tenido más remedio que quedarme cerquita, en el 2007. La noticia sobre las elecciones y el suceso de Eldoret son reales, sacados de la prensa digital, pero no los personajes ni los detalles narrados por ellos, estos son pura ficción. (No vaya nadie a molestarse, ni a tomar este relato como un suceso de aquellos acontecimientos)    Aquí, en Kenia, he comprobado que el tiempo se detiene, no tiene el mismo ritmo que en otros lugares donde he viajado. Sin embargo cuando estoy fuera durante años, y regreso, sí que soy consciente de ese tiempo que ha pasado; lo encuentro todo diferente, avanzado. Estos cambios aquí se acusan de una forma más estridente, es como un contraste muy marcado entre lo que observo y mis recuerdos, como si los cambios no fuesen paulatinos, s

Números infinitos

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Uno es el resultado de dos cuerpos que están fundidos Dos es la suma perfecta cada vez que estás conmigo Tres son los secretos que guardan tus ojos rendidos Cuatro son los brazos que se enredan para quedar unidos Cinco son los minutos que me adelanta tu reloj confundido Seis son las promesas que jamás hemos cumplido Siete son los deseos que como pecados se han escondido Ocho son los días que me gusta soñar contigo Nueve canciones guardan los recuerdos de un principio Diez palabras describiendo a diez números infinitos

¿Te apetece un día redondo?

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    S e levantó malhumorada y con el pie izquierdo en alerta. La noche había sido calurosa, y el alboroto de la gente en las terrazas junto con el ruido de los coches, la habían desvelado hasta altas horas de la madrugada. No se le podía pedir más a un lunes tedioso.     Cuando entró en la cocina, encontró a Jaime tomando café y unos donuts, mientras leía un catálogo de productos del supermercado. Se preparó un café y se sentó a su lado sin decir una sola palabra.    ―¿Te apetece un donuts?    ―No, gracias.    ―¿No vas a tomar nada, sólo el café?    ―Sí, sólo el café.    ―¿A caso no te apetece tener un día redondo?    ―Déjate de chorradas, ya sabes que por las mañanas no estoy de humor.     Ahí acabó la conversación. Sin más dilación, cada uno terminó su desayuno y, cuando habían terminado de arreglarse, salieron de casa para realizar sus rutinas habituales. Ella cogió el autobús para ir al centro de la ciudad y él cogió su coche, para ir al trabajo.  

El niño guerrero

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Os vuelvo a llevar de paseo por Kenia, esta vez nos vamos de boda. No es exactamente la segunda parte de "Una puesta de sol" , pero voy a intentar encontrar un nexo, a parte del país, en todas las historias de esta liga. (Si las  que ponen las premisas me lo permiten, porque parecen duendecillos traviesos ¬¬) En este capítulo encontraréis a Raquel, la amiga de la protagonista del anterior. Cap. anterior: Una puesta de sol     Mi nombre es Tuebe y hace diez años que renuncié a mi vida de guerrero masai. Desde que tuve uso de razón, ese fue mi único objetivo, y sin embargo sólo duré diez años subido a aquel sueño que ahora siento como borroso y lejano, como si el niño que tenía aquellos sueños fuese un desconocido que me hubiese contado sus planes futuros. Mis pensamientos se encuentran situados en esa línea meridiana de mi historia, donde he sido mitad guerrero masai y mitad hombre globalizado.     Estos pensamientos vienen a mi memoria, porque hace unos días viajé co

La guardiana de sueños

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En la travesía nos han propuesto sacar a un personaje de su libro y transformar su historia en una pantalla de cine. Quien no haya leído “La ladrona de libros” y tenga intención de hacerlo, le recomiendo que no lea este relato, pues contiene bastante spoiler. Era muy difícil transformar la historia sin remitirme a la verdadera. Y a los que lo habéis leído, no me tiréis muchos tomates por profanarlo, recordad que estamos en crisis.       Liesel esperaba en la cola del cine impaciente por entrar al estreno. Hacía mucho tiempo que su mente no le llevaba de paseo por Molching, el pueblo de su infancia. Para liberar a su corazón del dolor que le producían aquellos recuerdos, pero a la vez saciar la necesidad de evocar los buenos momentos, unos años más tarde de aquella fatídica noche del bombardeo en Himmesltrasse, decidió reescribir aquella historia, al igual que ya lo hiciera en aquel viejo sótano. Ahora vivía en una cómoda casa, en un barrio de las afueras de Sidney, y habían pasado v

Un bello rostro

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      Su mirada ante el espejo era altiva y arrogante. La naturaleza le había obsequiado con una belleza sublime que rozaba la perfección. Ella lo sabía, desde que era una niña había sido admirada por su hermosura y gracia naturales, para más tarde convertirse en su principal obsesión. El grado de admiración que despertaba a su paso era tal, que empezó a mellar en su alma, y poco a poco se fue transformando en un ser orgulloso y altanero, incapaz de simpatizar con aquellos que no sentía dignos de su aprecio, tan sólo por no poseer en su fachada, unas cualidades de belleza inmediata. Nunca miraba más allá, con sus cautivadores ojos.       Consiguió encontrar, con mucho esfuerzo, un hombre acreedor de sus encantos. Ardua tarea fue aquella, ya que a cada uno le buscó un defecto, por nimio que fuera, para apartarlo de su vista. Eligió quizás al más elegante, sencillo y noble, no hacía sombra a su belleza, pero tampoco la descompensaba. Su edad, diez años mayor, hacían que ella parecies

En la cola del banco...

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   Tenía al menos seis personas en fila delante de mí. Una señora con dos niños, que no paraban de corretear por la sala. Un hombre trajeado con maletín. Y ¡cómo no! cuatro jubilados contándose batallitas ellos, y enfermedades ellas. Es curioso cómo al llegar a cierta edad, se ponen a hablar de enfermedades como si se tratara de una competición:        ―A mí me operaron de cataratas.       ―Pues yo tengo una cicatriz que me atraviesa el pecho, porque me pusieron una válvula en el corazón.     ―Y la mía, cuando me operaron de la matriz, se me infectó y estuve una semana ingresada.      ―Pero a mí me han operado dos veces de hemorroides. (¡Chúpate esa! ¡A ver quién me gana ahora!)    Claro, que tampoco los de treinta y tantos podemos decir nada al respecto… sólo hay que observar cuando nos juntamos unos cuantos tíos y nos ponemos a contar las aventuras de la mili. Y ellas como se junten unas cuantas casadas con hijos… tienen dos mono temas: “mi marido no hace nada en ca

El Capricho

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      Respiraba con agitación por la carrera. Cuando llegó a la puerta del parque, casi sin aliento, un vigilante le anunció que ya estaban cerradas sus puertas, pues el horario de invierno había entrado en vigor y otro vigilante se encontraba dentro haciendo la ronda de desalojo. Sólo le quedaba esperar fuera a su acompañante.       Ella le esperaba dentro con impaciencia, frotando sus frías manos y paseando de un lado a otro del punto de encuentro. Era la primera vez que se verían a solas y para ello habían elegido un parque llamado El Capricho. La escena se situaba en una tarde fría de finales de otoño. Las hojas de los árboles revoloteaban por el suelo al compás de la brisa, formando una alfombra viviente y mezclándose caprichosamente unas con otras. Los cisnes y patos del estanque, nadaban las gélidas aguas de los riachuelos que recorrían en parque, acostumbrados e inmunes a la presencia de la intrusa que vigilaba sus movimientos con los pensamientos en otro lugar.  

Una puesta de sol

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En la Travesía literaria participo en una liga titulada “Letras que forman países”. Nos han propuesto escribir sobre un país que nunca hayamos visitado, a mí me tocó escogerlo de la parte de África de este a sur. En esta primera fase de la ronda, tengo que retratar el país desde el punto de vista de alguien que lo visita por primera vez. Ahí os dejo lo que ha salido.       Me desperté sobresaltada por un griterío formado en la calle que atravesó el silencio que habitaba en mi habitación. Me desorienté por unos instantes al abrir los ojos, aunque reconocí de inmediato dónde me encontraba al ver las maletas a los pies de la cama. No había sido un sueño, después de tantos años dándole vueltas y barajando todas las posibilidades, me había decidido a emprender aquel viaje, sin saber lo que la vida allí me depararía ni si lograría encontrarle.       La llegada había resultado menos complicada de lo que imaginé. Quizá el haber encontrado una compañera de aventura, hacía más sencillo

Consciencia (Cap. II)

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Leer primero: Consciencia (Cap. I) enlace       Nadie creyó su versión de los hechos. Por más que insistió a la policía, no hicieron caso a su explicación absurda de que le mató ver la foto de una niña mirando a su objetivo.       Tardó en recuperarse de aquel incidente. Se sentía culpable de lo que le había sucedido a su tío y no sabía cómo afrontar la situación; si dejarlo estar o seguir indagando en aquella iglesia, donde no había vuelto a poner un pie desde el día de aquellas comuniones.       Cuando tuvo aquella visión en las fotos, corrió al hospital donde se encontraba su tío en recuperación, para saber si había vivido este, una experiencia similar. Su tío, muy tranquilo e incluso riendo por la historia tan peculiar que le contaba el sobrino, le contestó que no le había ocurrido nada parecido, que si no sería producto de tantas películas de ciencia ficción que se tragaba en el cine. Pero cuando le enseño la fotografía de la niña del vestido rosa, su rostro adquirió un

Un sobre, un reto...

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Vengo con algo diferente. Dentro de un sobre de la travesía literaria, me he encontrado con estas diez palabras:  Nuevo, Ausencia, Ojos, Condenado, Tarde, Parte, Grande, Palabra, Nadie, Fuerte.   Y con ellas tengo que escribir el microrrelato más corto, que sea capaz de construir, insertando las diez palabras sin que falte ni una. ¡¡Me encantan los retos!! Resultados:   Eternidad Los ojos del condenado guardaban parte de ausencia, por la palabra que no pronunció nadie. Esa tarde, un nuevo destino le haría fuerte y grande; Eternidad.   Injusticia Tu palabra de nuevo, condenado, es fuerte  y grande; forma parte de los ojos que luchan contra la ausencia de justicia ¡Que nadie reaccione tarde! En sus ojos Tarde parte, condenado, palabra grande. Nadie nuevo, fuerte ausencia... ojos tristes. Ya no es nadie Ojos, ausencia grande. Palabra fuerte, condenado. Tarde parte, nuevo nadie. Reto conseguido: " Eternidad " (26 palabras), " Injusticia " (2

Bajo la lluvia

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                                      Sintió unos pasos acompasados a su espalda, sabía lo que aquello podía significar y le embriagó una sensación que, mezclada con aquella tarde de lluvia, el olor de las flores de los jazmines que enredaban las paredes de la casa y la triste danza de las ramas de los sauces; le haría transformar su desconsuelo en anhelo, el anhelo en deseo y el deseo en delirio, que le dejaría sumido en una sombría pérdida de la realidad.       La muerte se la llevó temprano, un grisáceo día de lluvia. Inmerso en un desvarío de su desdicha, pensó que un inesperado día de tormenta de la misma forma se la devolvería.       Él la espera confiado, aunque siente miedo de girarse y no ver lo que lleva tantos años esperando, tantas tardes de lluvia viendo desvanecer su ensueño diluido en un instante. Llegando a perder la razón, la juventud y la cordura; a la vez que mantiene la esperanza y el rumbo desorientado de su corazón.       Sintió unos pasos acompasados a su e

Danza de la noche

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No me gusta dormir sola en mi cama. Mi habitación me da miedo cuando llega la noche. Mientras mamá está conmigo, leyendo un cuento y dándome un beso de buenas noches; mi cabeza está tranquila, me siento reconfortada y feliz.  Pero cuando se marcha y apaga las luces, aunque veo reflejada en el pasillo la luz del salón, donde están ellos; empieza mi desasosiego. Las sombras de mis juguetes se transforman en espectros bailando una lúgubre danza en la oscuridad. Los crujidos de la madera, ampliados por el silencio, me hacen sentir que las sombras en medio de la penumbra han cesado su ritual reparando en mi presencia asustada. Entonces me levanto y me acerco hasta la puerta del salón donde mis padres, ignorantes de mi estado de miedo, miran la televisión tumbados relajadamente, pensando que yo descanso en un dulce sueño. Les miro fijamente desde el marco de la puerta con la esperanza de que se apiaden de mi mirada y me hagan un hueco en su refugio, libre

Sólo una cita

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      ―Alba, tengo una cita y aprovecho para escaparme un poco antes. Cualquier cosa me llamas ―le comunicó Julia a su compañera, mientras se ponía la chaqueta vaquera y se colgaba el bolso.       ―¿Una cita? ¿Con quién? ―le preguntó Alba entusiasmada.       ―Con un chico que conocí por Internet, en un foro de mascotas ―respondió, ordenando los papeles de su mesa.       ―¿Y qué hacías tú en un foro de mascotas, si no te gustan los animales?       ―Pues si te digo la verdad, no lo sé. Buscaba información sobre “cómo construir tu propia casita de muñecas”. El buscador me dio un montón de opciones: “cómo construir una casita de madera”, otro sobre “construir una casita con recortes de muebles viejos” y cuando me quise dar cuenta, estaba metida en “cómo fabricarle una casita original a tu perro”. Y allí estaba Jaime, mi cita.       ―No si original... sí que es, no te voy a decir que no...      ―Lo siento Alba, pero no me puedo quedar charlando, tengo que coger el metro hasta Gran

En el probador...

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      Mientras se observa en el espejo del probador, piensa que esa talla corresponde exactamente con la suya. Es la primera vez que se pone un tanga de encaje negro, con su picardías a juego. Observar su cuerpo desnudo a través de ese tejido tan transparente, le proporciona una sensación de reservado placer. Cuando termina de probarse el mencionado conjunto, vuelve a vestirse con su ropa. En un ramalazo de pura atracción, tiene la efímera tentación de coger las minúsculas prendas y guardarlas en un bolsillo de su chaqueta. Presa del pánico que le produce la idea de que un pequeño hilo o etiqueta del sistema de alarma delate su tentativa de hurto, decide dejar el conjunto perfectamente colgado de su percha dentro del probador.       Al abrir la cortina, se topa con la cara de un chico joven que lleva varias prendas en la mano, y cuyos ojos miran fijamente el conjunto colgado a su espalda.       ―Eso... Eeeeeeso ya estaba ahí cuando llegué ―le comunica al joven, ajustándose