Puertas en el campo
Fotografía de Eduardo Margareto «No se le pueden poner puertas al campo» leyó en su libro. Repitió mentalmente aquellas palabras y al mirar al frente se topó con él. Lo miró como intentando atravesarlo. Viajando con la mente y transformando aquellas piedras en pequeñas nubecillas que marcaban un horizonte, todo lo lejos que su imaginación le permitió. Si se concentraba y entornaba los ojos, podía transformar también las jardineras en un campo de amapolas. Desenterrar aquellas tardes de infancia cuando arrancaba sus capullos para adivinar el color de la amapola que habría podido ser: «Si sale roja es que sí, si sale de otro color es que no». Un azar manipulado por su voluntad cuando no salía rojo, entonces abría un capullo nuevo, y otro... «No se le pueden poner puertas al campo» se repetía una vez más, y las amapolas eran cada vez más rojas y el muro cada vez estaba más lejos. (Inspirado en la imagen de Eduardo Margareto para el concurso de microrrelatos: Dónde lees tú )