Mesa para dos
La chica del kiosco le dio las vueltas del periódico. Aún no había llegado el número 16 de su colección de guerreros de época, le llamaría en cuanto llegase. Había hecho multitud de colecciones de aquel tipo: tanques Panzer, construye un tren de vapor, coches antiguos… Algunas las tenía completas, otras que habían sido descatalogadas se quedaron a medias. Aún así las conservaba porque, a veces, volvían a repetirlas para deshacerse del stock sobrante. El teléfono sonó nada más entrar por la puerta de su casa. ―Buenos días, llamaba para reservar una mesa para dos. ―No, se ha confundido, esto es una casa particular. ―¿No es el 1531265? ―No, ha cambiado el final, es el 1531256. ―Perdone. ―No se preocupe. Volvió a sonar el teléfono. ―Hola, soy la del kiosco, nada más irse llegó el coleccionable. ―Gracias, me pasaré esta tarde a recogerlo. ―No hay prisa, yo se lo guardo. ―Gracias, muy amable. ―De na