Carta desde Verona
“Si algún día nos encontramos en Verona te invito a cenar” Fue la frase que daba fin a aquella carta que encontró en el buzón. Realmente la carta no iba dirigida a ella, pero le hacía mucha ilusión pensar que si algún día visitaba aquella ciudad donde Shakespeare situó el escenario de la historia de amor más famosa del mundo, posiblemente, un desconocido estaría dispuesto a compartir su mesa con ella en un restaurante situado en algún lugar recóndito, y ambientado por la atmósfera que desprende la ciudad. No acostumbraba a fisgar en buzones ajenos, pero en esta ocasión el cartero introdujo la carta en la ranura equivocada. Y no la hubiese leído de haber estado cerrada, pero se trataba de una postal. También la habría depositado en su lugar correspondiente de haber sabido cuál era, en la dirección de destino lo único que aparecía era el nombre de la calle; así que decidió, para no dejar aquellas palabras tan bonitas perdidas en el vacío, contestar al remitente: “Por e