Entradas

¿Por qué novela romántica?

Imagen
     En realidad no elegí un género literario cuando me inicié en esto de escribir. De hecho, en mis comienzos, escribía de todo menos poesía (aunque alguna cayó). Los que hayáis sido asiduos a este blog ya conocéis mi trayectoria. Empecé con relatos y participando en foros de escritura con retos, algunos disparatados, donde fui aprendiendo y ganando confianza. ¿Cómo desemboqué en la romántica? Pues tal vez ella me eligió a mí. Aunque nunca he considerado que mis novelas sean del todo románticas. Si tomamos como novela romántica que el hilo conductor es un romance, sí, lo es. Pero algunas lectoras de este género, en comentarios que he leído, han tachado de poco romántico algún libro mío. Y en eso no puedo estar más de acuerdo con ellas, porque aunque los personajes de mis novelas terminan enamorándose, no suelo ser muy dada al romanticismo en el transcurso de la historia. Me gusta que los personajes sean lo más reales posible y que se comporten y hablen como lo harían en l

Manías y costumbres a la hora de escribir

Imagen
     Me gusta conocer las rutinas que emplean otros escritores para trabajar, qué costumbres han adquirido o manías —si las tienen—, y curiosear. En mi caso, tiendo a no ser rutinaria ni disciplinada. No consigo funcionar así. Tal vez sí, cuando la novela está terminada y estoy puliendo el texto, sigo unas pautas de trabajo para obligarme; pero a la hora de crear mi cerebro no me deja cumplir ningún objetivo programado. Imposible proponerme llegar a tantas palabras o limitarme a un horario. Cuando estoy con una novela, la escribo todo el tiempo. Incluso mientras duermo. Mi intención es levantarme, sentarme a teclear a una hora determinada y expulsarlo todo, para después desconectar en mi tiempo libre. Pero a veces es imposible. Durante el proceso creativo, cuando la novela está en plena efervescencia, es como si viviera dos vidas en paralelo. A veces cojo el coche y, cuando llego a mi destino, me pregunto cómo cojones he podido llegar viva allí. Empiezo a creer que tengo un pi

¿Por qué escribir?

Imagen
   Hace seis años ya desde que me aventuré en esto de escribir una novela. Quizás os preguntéis cómo se plantea uno lo de convertirse en escritor. Lo cierto es que nunca lo hice. Mi intención jamás fue ser escritora. No es algo que llevara arrastrando desde mi más tierna infancia ni una aspiración. En mi caso fue todo accidental. Hasta podría garantizar —aunque a partir de ahora se me critique hasta la muerte— que mi vocación surgió de puro aburrimiento. Sí, lo sé, suena fatal. Vamos a adornarlo un poco y diré que la curiosidad y mi exceso de tiempo libre me empujaron a ello.    Decidí, al tener a mis hijos, no trabajar fuera de casa. Vivimos en una ciudad lejos de la familia y era bastante complicado conciliar la vida familiar con la laboral. Más aún que para las familias que viven en sus ciudades de origen. Al principio, como ya sabréis los que tenéis hijos, el tiempo que demanda un bebé es prácticamente en exclusividad suyo. Después, cuando entran en el colegio, la cos

Diario de una escritora indie

Imagen
    Os preguntaréis qué vengo a contar aquí. Pues es una buena pregunta… no lo sé ni yo. Pero siento que cuando termino una novela y la lanzo al mercado, me quedo como vacía, con ansia viva de volver a crear algo. Aunque no suelo forzarme a ello. Necesito que ese paso surja solo; que me llueva una idea de la nada, aunque solo sea una frase a la que dar forma o un personaje que me llama. Mientras tanto me dedico a leer y a deambular sin rumbo fijo, a dar patadas a una lata de refresco mirando al suelo —mentalmente— y preguntándome si esa habrá sido la última. Si ya no se me ocurrirá otra historia. Si tendré que dejar de escribir. Si será el fin de mis días… No, no llega a tanto la cosa. Pero, para no seguir dándole vueltas al asunto y no comerme el tarro, se me ha ocurrido aprovechar el tiempo con esta sección que he titulado: Diario de una escritora indie .    ¿Que qué voy  a contar en ella? Pues todo lo que se me ocurra, que se me haya pasado por la cabeza antes o durante e

Yo tenía un blog…

Imagen
      No vengo a decir que voy a echar el candado. Pero he dado una vuelta por aquí y me he cruzado con un matojo rodador de esos del lejano oeste.      El pobre ha cumplido siete años el mes pasado y ni me pasé a felicitarlo. Creo que ya no me habla. Ha gruñido un poco al verme entrar, pero ha seguido a lo suyo, enfurruñado. Razón no le falta. Imagino que se habrá preguntado ochenta mil veces que habrá hecho mal para que al principio no saliera de aquí y me tirara las horas muertas dando el coñazo con publicaciones diarias, a veces por duplicado, y que en el último año tan solo se me haya ocurrido una mísera historia que contarle.       Pero ni yo tengo la respuesta. O sí. Tal vez se han apoderado de mí las redes sociales y en vez de venir aquí a soltar mis anécdotas, las escupo por la vía rápida, al estilo fast food . Pero es algo que está ocurriendo con todo en los últimos tiempos. Antes, quedabas con unos amigos y sacabas tus historias tranquilamente, sobre la marcha.

Luces sin tiempo

Imagen
No eran solo las risas a destiempo, ni el romper la ropa por la rodilla o los codos, o mojarse los bajos del pantalón con los charcos, ni dibujar en un papel aquello que anhelábamos comprar y que guardaba más ilusión en sus trazos de la que quedaba después cuando por fin llegaba a nuestras manos. Era la magia de pensar que todo sería posible allí, en aquellos momentos sin tiempo, donde el pasado aún no existía y el futuro era tan lejano y confuso que no parecía formar parte de la realidad. Pensar en el futuro era como ver esas luces difuminadas en una noche de lluvia tras un cristal. Del mismo modo que lo es ahora cuando observamos el pasado.

Un poquito de magia...

Imagen
Este año, a diferencia de otros, tengo muchísimas ganas de que llegue la Navidad. No por la celebración navideña en sí, sino porque para mí empieza a tener otro significado distinto, o quizás en realidad es el mismo que se tiene cuando se vive la Navidad intensamente. Nunca he sido navideña. No puedo explicar por qué, o no lo sé, o quizás es muy personal y no soy muy dada a compartir este tipo de cosas; el caso es que siempre me ha incomodado la Navidad. No soy de las que critica el consumismo, gasto en regalos, adornos, luces, etc., pienso que es una fiesta por y para los niños y, ya que les vendemos magia desde pequeñitos, hay que ser consecuentes con ello. Es muy fácil vivir la Navidad a través de sus ojos, desde que tengo hijos mi conflicto interno con la Navidad ha ido mermando; sin llegar a ser para tirar cohetes, sacar la pandereta y ponerme a cantar villancicos. Pero el caso es que la empiezo a mirar con otros ojos. Es como si empezara a recibir un poquito de esa magia que

Olores y recuerdos

Imagen
      Siempre he pensado que los olores transmiten más sensaciones que los sonidos o incluso que las imágenes, nos trasladan desde lo más profundo a ese instante ya vivido. Hoy he tenido una experiencia de esas mágicas con una cazuela que pertenecía a mi abuela. Es una cazuela de madera para hacer ajoblanco (una especie de gazpacho típico extremeño, supongo que también es de otras provincias). Mi abuela tenía una grande, donde habitualmente hacía el ajoblanco, y una pequeñita. Recuerdo que una vez, tendría unos siete u ocho años, me empeñé en hacer un ajoblanco con ella. Una de las normas de hacer ajoblanco, al menos para mi abuela, era no mirar la cazuela mientras la cocinera elabora la masilla, solo ella puede hacerlo. Yo era muy tramposa o curiosa, y mientras ella permanecía sentada concentrada en la cazuela, aparecía yo sigilosa como una sombra y me escondía detrás de su hombro para mirar, intentando tal vez averiguar si se cumplía o no esa extraña regla de estropear el