Mini-J
Ayer fue un día de grandes emociones, Mini-J se nos escapó por la terraza. La jaula tiene dos puertas y, sin darnos cuenta, nos habíamos dejado una solo entornada. Le vimos de reojo, desde el salón, salir volando, y cuando corrimos a asomarnos ya había desaparecido. Estuvimos un buen rato llamándole (cosa absurda, porque el pobre solo había volado dentro de casa y el exterior les desorienta completamente). El caso es que fue un momento de angustia, los pobres niños llorando a moco tendido y desesperados, y yo no sabía cómo consolarles, nunca les había visto llorar de esa forma, quizá porque era la primera vez que tenían algo verdaderamente importante por lo que llorar: la pérdida de un ser querido. Se me ocurrió coger la jaula pequeña de transporte y salir a la calle a buscarlo, era una misión imposible, lo sabía, pero al menos les distraería un poco del llanto. Una vez en la calle nos pusimos a silbar bajo los árboles que nos íbamos encontrando. En una ocasión,