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Haiku II

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Despierta la vida y frente a sus ojos camino fugaz.

Haiku I

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Cae la luz del sol, luego escapa su risa y amanece.

El plan

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      Había llegado ese día tan temido, mañana se apagaría el sol. «No creas en esas bobadas —decía su amigo—, es sólo un eclipse, no se apagará nada». Pero ella nunca había visto uno y lo cierto era que le intrigaban los rumores que corrían por el colegio. Aquella noche le costó conciliar el sueño. Durante la tarde, impulsados por los temores de ella, no habían parado de darle vueltas a todas las cosas que aún les quedaban por hacer y cómo disfrutarían sus últimos momentos:       —¿Cuánto tardaría la tierra en congelarse? —le preguntó ella.       —No lo sé… tal vez días, supongo.       —¿Por qué no trazamos un plan?       —¿Qué tipo de plan?       —¿Que te gustaría hacer en estas últimas 24 horas de sol?       —Es que no creo que vayan a serlo.       —Pero imagina que lo son.       —Pues… no sé… atiborrarme de dulces hasta vomitar, ver pelis que no me dejan por la edad, coger la moto de mi hermano… ¿y tú?       —No iría a clase mañana, le quitaría la tarjeta a m

Confianza

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      He recorrido océanos de tiempo para encontrarte —le dijo a su reflejo en el espejo. En su expresión se dibujó una sonrisa triunfal, acompañada de una mirada desafiante—, y no he llegado hasta aquí para dejarme influenciar por aquellos que sólo tratan de hacerme perder lo más valioso que he conseguido en la vida. (Inspirado en la frase «He recorrido océanos de tiempo para encontrarte» de El CuentaCuentos)

Los libros no están hechos de papel…

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… Los libros están hechos de constancia, de noches en duermevela dando forma a una idea, de sacrificio, de robarles horas a quienes conviven con el escritor, de ayuda, de cambios de humor repentinos, de comprensión, de satisfacción cuando encaja una trama, de dudas ante un bloqueo, de miedos, de esperanza, de ilusión, de la magia de sentir que los personajes cobran vida, de placer cuando conseguimos meternos en su piel, de creer que el lector los va a disfrutar casi tanto como el propio escritor al crearlos, de imaginación, de entusiasmo, de latidos del corazón, de pasión… pero sobre todo, los libros están hechos de sueños.

Un año en Amazon

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      Hoy hace un año que auto-publiqué mi libro en Amazon y lo cierto es que no puedo quejarme, para nada, de mis andanzas en ese gran gigante de los libros. En este año que ha transcurrido, “Treinta postales de distancia” ha logrado permanecer 348 días en el top 100, unas veces más arriba otras más abajo, incluso algunos días se ha despistado y ha salido de él… Pero ahí sigue, luchando como un jabato para conservar su huequecillo a la vista de los lectores, donde encuentra vuestro apoyo y los grandes comentarios que habéis dejado, que no han sido pocos. Y gracias a todo ello este año disfrutaremos de su alter ego americano: “Thirty postcards away”. Viene algo más avanzado que él, porque traerá puesto su traje en papel y estará respaldado por una gran editorial, pero a “Treinta postales” que le quiten lo bailao, que él solito ha conseguido lo que ha conseguido, y su madre literaria no puede estar más orgullosa de él.        Aprovecho para daros las gracias de nuevo a todos los q

Otro año más...

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Lino

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      Corriendo detrás de la verdad, entendí la teoría de Einstein. Todo empezó la primera vez que se coló en mi terraza. Era el gato de un anciano que vivía en el apartamento contiguo. Nos cruzábamos de vez en cuando en el portal o el rellano, aunque no era muy dado a salir de su casa. Vivía solo con su gato, cuyo nombre averigüé ese mismo día en que se coló, lo ponía en un precioso collar que llevaba, de cuero rojo con algunos adornos y una chapa brillante: Lino se llamaba. Su dueño no era muy hablador, me agradeció que se lo devolviera con un escueto gesto, que interpreté como una tímida sonrisa, y un movimiento de cabeza.       Empezó a ser una costumbre que Lino se colara en mi casa y, al cabo de un tiempo, me había acostumbrado a su presencia. Le cogí tanto cariño que terminé comprándole un comedero especial y un cojín al lado de la ventana. Era donde más le gustaba estar, le encantaba escuchar el sonido de la calle.       Al principio se lo devolvía llamando a su pu