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Miradas

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Harry      Rita no era de esas mujeres que allí donde invaden con su presencia, dejan marcada una estela de expectación. No era como Lili, su amiga, que despertó la curiosidad de James y los cuatro habituales de la barra, con un sólo movimiento de melena. Ella parecía tener la intención de pasar inadvertida. Busqué llamar su atención durante toda la noche, pero prefería ignorarme. Apoyándome en el bastón de su indiferencia conseguí captar la atención de Lili. Fue así como empezó todo y terminó lo nuestro, justo antes de comenzar.       Con el paso del tiempo, Lili consiguió mantener mi voluntad a raya. Me hubiese gustado hacer lo mismo con la de Rita, que por aquel entonces pendía de los labios de James. No fue la primera noche ni la segunda, tal vez ni siquiera la octava, puede que fuera aquella en la que Lili comenzó a fantasear sobre lo nuestro, o quizá no fantaseaba y fuera yo que, sin querer iniciar nada, me dejé llevar invadido por los celos hacia mi amigo. No soporta

En la cuerda floja

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―El otro día me contó una camisa de él, que se vio con otra mujer en un hotel. ―Me encantaría rebozárselo por las narices a ese vestido tan creído y pretencioso, que compartió una de las citas de ella con el otro. Se cree más que nadie por su agitada vida social. ―Tranquila, ya se habrá enterado, hoy comparten la colada.

Corazón desubicado

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      Subió a aquel tren de vuelta con la misma sensación que veinte años atrás había trazado el sentido contrario: miedo. Cerró los ojos e imaginó cómo habría sido su vida de no haberse marchado. Según se acercaba el tren a su destino, más nítidas se formaban aquellas imágenes en su mente, colmándose de añoranza y nuevos designios. Cuando el tren efectuó su parada y pisó de nuevo aquel andén, sintió que se había equivocado de sitio. Sus pies estaban en el lugar correcto, pero su corazón ya había comprado otro billete de ida. (Escrito para "El V certamen de relatos breves, tren de cercanías")

Espiral

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      Observaba el movimiento de sus pequeñas aletas, mientras su padre limpiaba la pecera. Había sacado las piedras de colores y se disponía a llenar de nuevo la esfera cristalina. Los pececillos luchaban contra aquella espiral de corriente, bajo la diabólica mirada del niño que sostenía el tapón impasible. (Escrito para el II concurso de microjustas literarias de OcioZero)

¡Feliz día del libro a todos!

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             Aprovecho mi felicitación del día del libro para disculparme por este abandono blogueril (totalmente involuntario). Espero que en una semana, más o menos, mi vida vuelva a la rutina de siempre, y poder dedicarle a la escritura el tiempo suficiente para retomar el ritmo habitual.       Parte de este abandono venía de un proyecto que estoy terminando y que, si hay suerte, todos disfrutareis. La otra parte ha sido puramente laboral, ni abrir un libro he podido. Lo dicho ¡feliz día del libro a todos! y os debo un montón de letras atrasadas. "Gracias por estar ahí"

Practicando inglés

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             Ayer mi hijo tenía que aprenderse una lista de prendas de vestir en inglés. Yo soy una negada para el inglés, pero pensé: «Si es una lista de primero de primaria, muy difícil no podrá ser.» Esto es lo mismo que debí plantearme una vez que tenía que estudiarse cómo se clasificaban los animales. Ese día no se había traído el libro donde venía la clasificación. ¿Y qué hice yo? Pues lo que suelo hacer siempre en estos casos, googlear: «Cómo se clasifican los animales». No estaba muy segura de si se refería a clasificar entre animales marinos, terrestres o aves; o bien animales salvajes y domésticos… Necesitábamos una clasificación más completa, y aquello que a mí se me ocurría era demasiado elemental. Allí encontré la clasificación según su estructura, alimentación, reproducción; sub-clasificaciones según cada una de las anteriores y más sub-clasificaciones de estas otras. Entre todas estas categorías, sub-categorías y detalles al respecto, llené tres folios por las dos cara

Ilusiones

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      Llevaba demasiado tiempo apático e indiferente con su entorno, y aquel anuncio en el periódico le dio la respuesta que estaba buscando: “Vendo ilusiones en buen estado por no poder atender”        Esa misma tarde se presentó a recogerlas, el propietario se iba de viaje y sólo podía cargar con las que no tenían raíces allí. No estaba dispuesto a vendérselas a cualquiera, ellas necesitaban a alguien que las manejase con el mimo necesario,  que les prestase la atención suficiente y que estuviera dispuesto a no darles la espalda.       Se las entregó sin necesidad de hacerle ninguna pregunta, era el candidato perfecto para aquellas ilusiones; lo supieron ellas mismas nada más verle entrar por la puerta.

Mi cámara

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      A través de mi cámara el mundo se ve diferente, un pequeño espacio donde queda fuera lo que sin ella veo sin querer mirar. Lo transforma todo en pequeñas piezas de un puzle infinito. Para convertir algo pequeño en algo grande, solo tengo que modificar mi objetivo. Y si lo que quiero es congelar un instante, cambio la velocidad, el tiempo; porque mi cámara no entiende que la tierra gira cada veinticuatro horas. Algunas cosas las hace al revés: si quiero verte, tengo que dejar la luz a mi espalda; y si quiero ver la luz, solo me dejará ver tu sombra. Cuando te acercas ella va perdiendo el foco, me tomo un tiempo para cambiarlo y buscar la nitidez. Cuando te alejas consigue que la distancia me permita ganar terreno, tomar conciencia de lo que de cerca se me escapa.  El resultado no siempre es previsible. Me gusta saber que tu sonrisa será eterna después del clic, y que a tus ojos nunca se les terminará su luz.