En memoria...
Hace más de seis años se fue una de las personas más importantes de mi vida. Recuerdo su cara con sus arrugas, vestigio del paso del tiempo; sus gestos tranquilos y serenos; su voz siempre amable y cariñosa; sus paseos con mi mano cogida; sus tirones en mi pelo con el peine; sus guisos, con el sabor de toda la vida; sus besos. Forman parte de mi pasado, de mi niñez, de mi historia. Mil veces he tratado de evocar aquellos momentos lejanos, para revivirlos y disfrutarlos como entonces. Que mi memoria me obsequiase con un presente, como si volviese de un largo viaje o como si fuese Navidad. Pero mi mente a veces se vuelve perezosa y difusa, y no me deja rememorarlo con pulcra nitidez. Hace un año siguió sus pasos su compañero, su alma gemela, su mejor amigo. Él pudo compartir más momentos, conocer a sus bisnietos, abrazarles, pasear con ellos de la mano, besarles. Ahora vuelve a mi cabeza otro pedazo de mi historia que se mezcla con la antigua hasta conseguir una fusión, donde mis do