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Mostrando las entradas etiquetadas como Microrrelatos

Luces sin tiempo

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No eran solo las risas a destiempo, ni el romper la ropa por la rodilla o los codos, o mojarse los bajos del pantalón con los charcos, ni dibujar en un papel aquello que anhelábamos comprar y que guardaba más ilusión en sus trazos de la que quedaba después cuando por fin llegaba a nuestras manos. Era la magia de pensar que todo sería posible allí, en aquellos momentos sin tiempo, donde el pasado aún no existía y el futuro era tan lejano y confuso que no parecía formar parte de la realidad. Pensar en el futuro era como ver esas luces difuminadas en una noche de lluvia tras un cristal. Del mismo modo que lo es ahora cuando observamos el pasado.

Instante

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     Nunca sabrían si comenzó en el instante donde sus ojos se encontraron, o en la escasa distancia a la que mantuvieron sus labios o al sentir la vibración que transmitían sus cuerpos; pero bailaron hasta que la última canción quedó suspendida en el murmullo de un recuerdo.

Extraños

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Y la besó. Como besan los que han probado demasiados labios y de pronto descubren que nunca así. Perdiéndose. Desarmado.

Reencuentro

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    Era un sueño, lo notaba a cada paso por los sonidos familiares y recurrentes; no era su primera vez allí. Aceleró sus andares para llegar antes de que volviera a esfumarse el momento. Le encontró donde siempre, faenando, con la medida de quien no tiene prisa. Se sentaron al calor de un café, y él acarició su mano con ternura, ella aprovechó para contarle todo lo acontecido en su ausencia. Despertó satisfecha, esta vez no había olvidado decirle que le quería.

Enfoque

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Y cuanto más se alejaba,  más nítido y caprichoso era el lugar a donde se dirigía.

Indecisión

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—¿Ves estas dos líneas de aquí? —le indicó la anciana—, significa que tu vida se bifurcará en dos caminos diferentes. —¿Y cuál es el de ahora? —preguntó con curiosidad y grandes expectativas, podía imaginarse ya disfrutando del opuesto y liquidando de un plumazo todo lo que no había logrado superar. —El largo.

Rebobinar

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Camino deprisa. Nos despedimos. Lágrimas. Confiesas que hay otra. Hablas apenado. Nos sentamos. Me abrazas. Apareces. Soy feliz. Pausa. (XIV Microjustas Literarias. Tema: Tiempo)

Barbie Malibu

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      La vio cruzar hacia ellos, contoneándose. Se quitó el casco, encendió un pitillo, y cuando la tuvo a tiro para lanzarle el piropo, ella desapareció en la zanja. (XIV Microjustas Literarias. Tema: Peón)

Esperanzas

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             Se tumbó en la playa junto a ella, observando el cielo. Buscaban entre las estrellas una fórmula para detener el tiempo. Enlazaron sus manos, cerraron los ojos y pidieron un deseo. Se miraron, sonrieron, se amaron en silencio. Mañana la deportarán, pero hoy aún pueden soñar despiertos. (XIV Microjustas Literarias. Tema: "Imagina que no hay países")

Si pudiera pedir un deseo antes de morir

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      «¡Regresa! ¡No puedes respirar ahí fuera!», me advirtieron a voz en grito.  Primero fue la luz que se coló, precediendo al trueno; como broche de aquella vida de oscuridad. No quise escuchar sus súplicas.        Y decidí que era lluvia.   (XIV Microjustas Literarias Tema: estatuas)

Despechada

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      Llevaba tiempo intentando conquistar su corazón, pero el muy cabrón se la tiraba y volvía tranquilo junto a su esposa. El horno sonó, el asado estaba listo. Puso la mesa, conectó la cámara del móvil y se colocó los pechos; iba a pillarle por los huevos.      Otro nuevo plantón. (Microjustas literarias  XIV  Tema: horno, huevos y sabor amargo)

Amores de barra

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            Le dijeron que su media naranja estaría por ahí, que tarde o temprano se cruzarían, y a su corazón ya no tendría que darle cuerda porque, juntos, palpitarían al mismo son.        –¡Y qué culpa tengo yo de que me conocieras borracha! –respondió el pomelo dando un portazo. (Microjustas literarias XIV Tema: La naranja mecánica)

El carrusel de los sueños

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             Me preguntaste con qué compararía nuestra historia, y respondí que con un viejo carrusel porque dábamos vueltas sin avanzar a ningún sitio en concreto. Así nos gustaba. En ella nos sentíamos como niños, ajenos a lo que en ese momento existiera fuera de aquel carrusel cargado de sueños. Yo solía subir primero, buscando un sitio donde poder controlarlo todo, pero tú siempre encontrabas un lugar para esconderte, no sé si con la intención de fastidiarme o porque te mareaba el hecho de girar. Mientras, yo, aferrada a mi asiento, esperaba a ver si salías de tu escondite y tomabas la iniciativa de acercarte. Tardabas. Me impacientaba. No venías. Me desilusionaba. Y justo cuando me planteaba rendirme, aparecías. Y aquellos instantes, por lo inesperados, por lo efímeros, se convertían en los mejores. El carrusel seguía girando, pero ya no era así. Nuestro carrusel se había detenido, y era el mundo lo que giraba para nosotros.

Conflicto de intereses

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      —Sólo tienes que meter la mano y manejarla con tus dedos —explicaba la niña, encantada, recreando en su imaginación el momento donde las marionetas se fundirían en ese beso soñado fuera del escenario.       El muchacho, nervioso, consultaba su reloj, impaciente por lanzar las canastas que le había prometido después. (XIII Edicion de las Microjustas OZ)

Perfecto amo de casa

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      Se duchó, repasando mentalmente los informes que debía terminar. Ya en pijama, preparó un sándwich que engulló viendo el telediario. Fue al sonar el teléfono y ver el nombre de su mujer en la pantalla cuando recordó a su bebé durmiendo en la sillita del coche. (XIII Edición de Microjustas OZ)

La viuda

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      «Tranquilo, esta es sorda», informó al sicario de su marido cuando vio asomar las coletas de la niña y la instó a marcharse con signos.       Al salir se cruzó a su gemela, extrañada de no verla con trenza. A su madrastra le gustaba tenerlas bien diferenciadas. (XII Edición de la Sortija en OZ)

Siempre

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     Era tu palabra comodín: «siempre estaré a tu lado, siempre hay una solución, siempre me haces sonreír, siempre habrá un nosotros, siempre…». Me sentía seguro escuchándote usarla una y otra vez. Siempre. Excepto aquella noche. Dejaste un mensaje cariñoso en mi buzón y, al pronunciarla, equivocaste mi nombre.   ( XII Edición de la Sortija en OZ )

En los lavabos

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     Salió él primero. Ella antes recompuso su vestido azul. Los invitados bailaban y festejaban ajenos a la ubicación de los novios. A él lo vieron salir del servicio. Después a ella, acercándose a una amiga que llevaba una carrera en las medias y las mejillas arreboladas. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

En serie

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      “Me asustan los principios”, afirmaste. “A mí los finales”, respondí. Descubrí al tiempo que donde acechaba mi final comenzaba a hilvanarse tu principio. ( XII Edición de la Sortija en OZ )

Jaleo nocturno

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      Todas las noches igual: revisan bajo la cama, tras las cortinas... En el armario aguanto la respiración y cierro los ojos. Cuando se marchan, la niña me avisa y entro en su cama. Enciende la linterna y hacemos sombras con las manos. Aunque las mías nunca las vemos. (XII Edición de la Sortija en OZ)