Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Anécdotas

Relación entre la web de cita previa del DNI y una partida de Mario Bros

Imagen
Yo no sé si soy muy torpe, si me ha pillado en un mal día o si la web de cita previa del DNI está diseñada para que acabemos adictos a la tila. Me disponía esta mañana a sacar cita para renovar los DNI de mis hijos. Así que abro la web, pongo el número del mayor, la letra en la casilla correspondiente, el número de equipo (que no sé lo que es, pero viene atrás), la fecha de caducidad y relleno el casillero de la verificación captcha. Hasta ahí todo ok. Paso a la siguiente pantalla y no veo la opción de agregar también la cita del pequeño, pero continúo y veo la que me da a elegir entre DNI o pasaporte. Imagino que vendrá más adelante lo de cita doble. Llegamos a la siguiente pantalla: mapa de España, elijo provincia. Me ofrecen elegir comisaría, todo correcto, y ya aterrizo en la de fechas disponibles. Leo que si he elegido la opción de cita múltiple, debo tener en cuenta al escoger una franja horaria que tenga dos citas consecutivas. ¡Mierda! Mal empezamos. No he cogido l

Mi relación con Wallapop

Imagen
      Hace unos meses, me mudé de casa. Durante la mudanza, me di cuenta de que tenía muchos trastos, que ya no me hacían falta, y colecciones de libros antiguas que llenaban estanterías que ahora no quiero poner. Nunca he sido coleccionista, tiendo más a ser práctica. El caso es que se me ocurrió abrir una cuenta de Wallapop. ¡Madre mía, madre mía, Wallapop…! ¡¡¡Qué descubrimiento!!! Enseguida me puse a hacer fotos como una posesa de todo lo que se cruzaba en mi camino. Hasta los niños empezaron a sacar trastos de sus habitaciones. Lo peor de todo es que es un círculo vicioso, tú pones tu mercadillo en venta, pero enseguida entras a curiosear lo que venden otros, y el mundo vintage, midcentury… me requetechifla. Así que empezaron a entrar más artículos de los que salían. Hasta el punto de que me puse un control parental para no abrir la aplicación a no ser que recibiera banderillas rojas de notificación con mensajes de posibles compradores.       Así estoy funcionando ahora. So

Yo tenía un blog…

Imagen
      No vengo a decir que voy a echar el candado. Pero he dado una vuelta por aquí y me he cruzado con un matojo rodador de esos del lejano oeste.      El pobre ha cumplido siete años el mes pasado y ni me pasé a felicitarlo. Creo que ya no me habla. Ha gruñido un poco al verme entrar, pero ha seguido a lo suyo, enfurruñado. Razón no le falta. Imagino que se habrá preguntado ochenta mil veces que habrá hecho mal para que al principio no saliera de aquí y me tirara las horas muertas dando el coñazo con publicaciones diarias, a veces por duplicado, y que en el último año tan solo se me haya ocurrido una mísera historia que contarle.       Pero ni yo tengo la respuesta. O sí. Tal vez se han apoderado de mí las redes sociales y en vez de venir aquí a soltar mis anécdotas, las escupo por la vía rápida, al estilo fast food . Pero es algo que está ocurriendo con todo en los últimos tiempos. Antes, quedabas con unos amigos y sacabas tus historias tranquilamente, sobre la marcha.

A qué huelen las nubes

Imagen
       ¡Ay, los olores...! Vaya anuncios más ridículos que se marcan las compresas, no entiendo por qué se empeñan en convertir la regla en algo maravilloso y emocionante; si la regla, por mucho que la disfracen, es una jodienda que no nos queda otra que pasar, mes tras mes, y cuya fecha, por h o por b, siempre nos obsesiona. Si llega, porque vaya faena justo este fin de semana que me iba a tal sitio, y ahora tengo que estar pendiente de cambiarme y llevarme artilugios varios, y espero que no sea de esas dolorosas… Y si no llega, vaya putada, no puede ser, como me haya quedado embarazada me da algo… a ver, cuándo me vino la última vez, cuento, recuento, vuelvo a contar, es  imposible… y lo contenta que te pones, incluso a dar saltos, cuando aparece, que ya te da igual que ese fin de semana tengas planes de irte fuera, la boda de tu prima, si te duele a rabiar, o que te hayas quedado de golpe sin tampones, ¡en ese momento la adoras!! Bueno, que me voy del tema, pues eso, que en l

El día que descubrí “la chorraera”

Imagen
             Recuerdo al poquito de venir a vivir a Málaga, cuando mi hijo ya andaba, estaba en un parque cerca del barrio con él y, en un momento que me despisté mientras charlaba con una madre, perdí de vista al niño. Empecé a ponerme nerviosa mirando en todas direcciones hasta que ella, contagiada por mi nerviosismo, le localizó y me dijo: “Tranquila, está en la chorraera”. Y yo, lejos de tranquilizarme, entré en modo pánico buscando la fuente y pensando: “Ay, la virgen, como se me moje el niño que no me he traído ropa de cambio”, mientras le decía impaciente: “Pues no veo la fuente”.  Lo cierto es que tampoco me sonaba haber visto ninguna. “No, digo en la chorraera, ¿no le ves que sube por la escalera?”. Y ahí fue donde descubrí que un tobogán en Málaga es una chorraera. “¿Y por qué lo llamas así?”, pregunté con curiosidad. Es así como se dice aquí, porque “te chorreas pabajo”, ¿no ves?… Así son los malagueños de salaos, con su diccionario particular de palabros.

Yo siempre lo he llamado flash

Imagen
      Esto no sé si son cosas de los malagueños o soy yo que siempre he estado equivocada llamándolo mal, pero recuerdo una vez que íbamos por la calle un grupo de amigos, encontramos un kiosco de helados y se nos antojó comprarnos uno. Unos pidieron cucuruchos, otros de palo, etc., y a mí se me ocurrió pedir un flash. Y esta fue la reacción de la mujer del kiosco:       —Un flash.       —¿Un qué?       —Un flash.       —¿Flash?       —¡Sí, flash!       La señora del kiosco con cara de no estar enterándose de nada y yo preguntándome que letra estaba pronunciando mal para que no me entendiera. En esto que salta uno de los del grupo que sí era malagueño:       —Un “poloflash”.       —¡Ah, sí! ¿De qué lo quieres? —respondió la señora muy resuelta ya.       Y a mí se me quedó una cara de no poder creérmelo. Pero vamos a ver, ¿tan revelador era agregar “polo” a la palabra “flash” para comprenderme? Entendería que si entro a un bar y pido un flash, el camarero me mire

Se van haciendo mayores

Imagen
      Este año, mi hijo mayor (9 años) ha descubierto el asunto Papá Noel y Reyes Magos. De la manera más tonta, además… Se habían pedido para Papá Noel unas consolas Nintendo y, como eran iguales, no se me ocurrió otra cosa que, cuando las probé para asegurarme de que funcionaran correctamente, se las personalicé, y a cada uno le puse un saludo personal con su nombre en el inicio de pantalla y el entorno de la misma con los textos del color favorito de cada uno. Se pasaron todo el día de Navidad chismorreando con sus primos y por la noche, antes de dormir, nos confesaron que habían descubierto que es imposible que Papá Noel se ponga a escribir mensajes en las Nintendo con el nombre de todos los niños que se piden una, y que la prima había dicho, además, que los padres lo escriben porque son los que compran los regalos. Lo pensé fríamente, no sabía si continuar con la mentira porque además era sencillo refutar su argumento, bastaba decir: “igual que se molestan en envolver los rega

La fauna independiente de mi casa

Imagen
      La verdad es que los bichos me producen bastante repelús. Aún así, el tener en casa a tres amantes de la naturaleza “bichera”, me ha hecho convivir con unos cuantos ejemplares en lo que va de año. Los que me conocéis sabéis de sobra mis aventuras con las mascotas en casa. Aunque con estas experiencias también he descubierto cosas que han cambiado mi forma de actuar, no sé si para bien o para mal, porque a veces se vive mejor en la ignorancia. Por ejemplo: ya no me produce placer caminar descalza sobre la hierba. Nunca me había detenido a pensar en la fauna que se esconde bajo ese manto verde inmaculado… pero después de ver a mis hijos rebuscando entre la hierba y sacar lombrices varias, cochinillas gigantes, grillos de dudosa identidad, “salamandrijas” (como las llaman ellos, imagino que para no fallar con la variedad encontrada), y arañas de un tamaño considerable; ha habido un antes y un después en mi relación con el césped, y me cuesta poner un pie desnudo sobre él. 

Yo no le encuentro el placer...

Imagen
      Estoy cansada de fracasar en el gimnasio. No sé, debo de ser un bicho raro, pero no consigo sacarle el gustillo a eso del sufrimiento corporal, y mira que lo intento. He probado natación, aerobic, fitness, GAP, sping-bike, body pump, body combat… y siempre me pasa lo mismo: me aburro. Llega septiembre y, después de un veranito de relax, cañas a tutiplén en terracitas varias, helados, etc., decido ponerle remedio y compensar con un invierno sano a base de dieta y ejercicio. Con las ideas bien claras al respecto, elijo una modalidad deportiva, me apunto tres días por semana en el gimnasio más cercano, y me planto en Decathlon para equiparme: tres modelitos diferentes, uno para cada día; una mochila a juego; unas zapatillas impresionantes anti deslizamiento en tarima; unas cuantas toallas de última generación (esas que son como una Ballerina, pero sin el como) y claro, a juego con los colores de los modelitos de cada día; una botella especial para el agua, etc. Y de esa guisa me

Cuando yo jugaba...

Imagen
      El otro día, el primer día de clase de mis hijos, al recogerlos del colegio les pregunté qué tal había sido el día, si les había gustado su nueva clase, qué habían hecho… El mayor (7 años) estaba enfadado porque ahora, en el recreo, ya no están en la zona infantil, sino que les llevan a uno de los campos de baloncesto. El caso es que decía que se había aburrido un montón, que sin columpios no tenían a qué jugar. En ese momento me transporté a cuando tenía su edad. En mi colegio nunca hubo columpios en el recreo. Es más, hasta cuarto de E.G.B, el recreo era un rectángulo con un tamaño inferior al de ellos, para los cuatro cursos (ocho o diez aulas en total, si no recuerdo mal, a partir de quinto íbamos a otro edificio distinto) y cuyo pavimento estaba compuesto por piedrecitas tamaño alubia, aunque algunas eran tamaño judión de La Granja. Como si el patio fuera una piscina de bolas pero en versión piedras, porque podías hundir el pie hasta el tobillo si querías. Aún puedo recordar

Superpoderes...

Imagen
      Ayer, durante la siesta, los niños estaban viendo unos dibujos,  Fanboy y Chumchum  (sí, los de la foto) que no sé si son muy apropiados, por cierto, tendré que ver unos cuantos capítulos para ver si pasan la ITV porque les escuché decir algo así como: “concierto en La menor, de no sé qué compositor, para sobaco” a la vez que hacían una representación musical con dicho instrumento. Llevo una guerra con los niños de más de una semana para que cambien esa horrenda palabra que les encanta, por axila, pero no hay manera, y ahora he descubierto de dónde la habían sacado… Pero no era esto lo que quería contar. En el capítulo, estos personajillos se hacían invisibles y se me mezcló el sueño de la siesta con el capítulo y el libro que me estoy leyendo, así que me desperté pensando en superpoderes varios. Abro debate: Si tuvieseis que elegir entre poder haceros invisibles, tener una fuerza descomunal e invencible, leer la mente, adivinar el futuro, ser veloces como la luz o materiali

Historia de un botiquín...

Imagen
      Hace tres semanas me llamaron de un sitio de mensajería o transportes para decirme que tenían un botiquín y que les confirmase la dirección de la empresa: se la confirmé. Hasta ahí todo normal. Unos días más tarde me llaman para decirme que han ido pero que estaba cerrado, que les diga el horario: se lo doy. Unas horas más tarde me llaman de la misma empresa de transporte y me ponen con una máquina tele operadora: ―Buenos días, le llamamos para confirmar la dirección de un envío, calle… Si la dirección es correcta pulse 1 Si es incorrecta pulse 2 Si no quiere recibir el envío pulse 3       Yo pulsé 1 .       A la semana siguiente el botiquín aún no había llegado y recibo otra llamada de la máquina tele operadora con la misma retahíla. Esta vez pulsé el 2 y me pasaron con una operadora de carne y hueso para indicarles la nueva dirección. Les ofrecí que si les venía mejor entregármelo por la mañana, lo enviasen a mi casa. Unos días más tarde me llama el transportista pa

Practicando inglés

Imagen
             Ayer mi hijo tenía que aprenderse una lista de prendas de vestir en inglés. Yo soy una negada para el inglés, pero pensé: «Si es una lista de primero de primaria, muy difícil no podrá ser.» Esto es lo mismo que debí plantearme una vez que tenía que estudiarse cómo se clasificaban los animales. Ese día no se había traído el libro donde venía la clasificación. ¿Y qué hice yo? Pues lo que suelo hacer siempre en estos casos, googlear: «Cómo se clasifican los animales». No estaba muy segura de si se refería a clasificar entre animales marinos, terrestres o aves; o bien animales salvajes y domésticos… Necesitábamos una clasificación más completa, y aquello que a mí se me ocurría era demasiado elemental. Allí encontré la clasificación según su estructura, alimentación, reproducción; sub-clasificaciones según cada una de las anteriores y más sub-clasificaciones de estas otras. Entre todas estas categorías, sub-categorías y detalles al respecto, llené tres folios por las dos cara

¿Por qué el cartero siempre llama a mi casa?

Imagen
      Al menos, todo hay que decirlo, nunca llama dos veces…       Yo tengo dos teorías: que pulsa por sistema a todos los botones del portero automático, aunque lo raro es que cuando contesto sólo escucho mi ¿Quién es?... o que por las mañanas soy la única habitante de mi bloque y ya me ha calado, ahorrándose así pulsar el resto. A veces, cuando sube a traerme una multa  o cualquier otra carta certificada, me dan ganas de preguntárselo, por curiosidad más que nada, pero nunca lo hago, no vaya a ser mal interpretada mi pregunta.       Cuando llaman los del buzoneo, siempre les abro la puerta, me recuerda a mi época de estudiante, cuando realizaba ese tipo de trabajos, muy odioso la mayoría de las veces, porque la gente es muy poco agradable cuando se les pulsa al telefonillo… Recuerdo que solía empezar pulsando los botones de los pisos más altos, no sé si es que me daba miedo que los del bajo me abriesen cara a cara y con cierta mala leche por el momento inoportuno de mi visita

De mentirijillas y chantajes...

Imagen
        Hace unas semanas leí en algún sitio, un artículo donde se hablaba de las mentirijillas que los padres decimos a nuestros hijos, y me sentí completamente identificada con el asunto. Trataba sobre cuando nos piden que les compremos cosas, y les decimos que no llevamos dinero, o que a la vuelta se lo compramos, conscientes de que cuando volvamos no lo haremos por esa calle… pero el caso es no caer en la tentación de comprar lo que nos piden, no ceder al chantaje emocional para ahorrarnos llevarlos enfadados por la calle.       El otro día fue mi primera vez como ratoncito Pérez (aunque les haga ilusión, hay que reconocer que  también es una trola que les estamos echando) y no me conformé con dejarle dinero debajo de la almohada, sino que, encima, me permití el lujo de llevar la mentirijilla más allá, y le dejé una minúscula nota firmada por Pérez… Pero es que al día siguiente, no contenta con eso, mientras me ayudaban a hacer la cama del pequeño, que está justo debajo de l

Los niños de hoy...

Imagen
      Muchas veces hemos recibido correos con presentaciones en PowerPoint de comparativas con los tiempos de antes, incluso anuncios de televisión, y nos hemos sentido orgullosos de ser treintañeros o cuarentones, y de haber sobrevivido a todas aquellas inclemencias de nuestra infancia, donde si seguimos vivos es por pura casualidad. El otro día me contaba mi marido, entre orgulloso y aterrado, sus hazañas en bicicleta por “El caminito de la muerte”, así lo habían bautizado. Un camino de medio metro de ancho, cuyo borde interior era una roca vertical, y el exterior un precipicio de quince metros ¡Pá haberse matao! Estas anécdotas me hacen plantearme serias preguntas ¿Seré capaz algún día de dejar a mis hijos ir solos con la bici? O lo que es peor… ¿Les dejaré salir solos aunque sea a pie? Supongo que sí, no creo que vaya a ser una madre coñazo de por vida, pero me aterra la idea, será porque aún son pequeños…       No era esto lo que quería contar, sino lo sibaritas que se han vue

De miedos irracionales...

Imagen
      No soporto las películas de miedo. Bueno, no es que no las soporte, me encanta verlas, lo que no soporto es el después, suelo tardar muchísimo tiempo en olvidarlas y, lo peor de todo, soy totalmente irracional en este asunto… Ejemplo: Hace muchos años, cuando se estrenó la película de “El sexto sentido” trabajaba en un laboratorio fotográfico. Recuerdo que al día siguiente de ver la película estaba yo muy contenta porque, dentro de lo que cabe, no estaba tan acojonada como suelo estar cuando veo una peli de este género. Así que todo fue a las mil maravillas hasta que me tuve que meter en el cuarto oscuro para cargar la bobina del rollo de papel fotográfico… En la mitad del proceso, no sé por qué estúpida razón, me dio por pensar en la película que había visto y en que, lo mismo, algún muerto podría estar a mí lado allí mismo, haciéndome compañía en el cuarto oscuro… ¿Qué pasó? Pues que me entró tal pánico, que no tuve más remedio que encender la luz y velar todo el rollo de