Incertidumbre y miedo escénico



      Con los libros pasa como con los hijos: no somos nada, pero que NADA, objetivos —y quien diga lo contrario miente—. Para un escritor, cada uno de sus partos es lo mejor que se ha parido hasta el momento, y ¡ay del pobre que le ponga faltas a su criatura!… Aunque ello no significa que no tengamos claro que para el resto del mundo no será así y nos acojonen las críticas. Y con cada libro a la espalda, más intimida el asunto. Es algo normal, somos humanos. A nadie le gusta que vapuleen su trabajo. Y el problema de dedicarse a esto es que lo exponemos a juicio del gran público. Y la mayoría del público de hoy en día no está callado y a su bola. No cierra el libro y lo guarda y a otra cosa. No espera a encontrarse con otro amigo lector para recomendarle, o no, su última lectura. Lo tenemos frente a nuestros ojos, como en un escenario. Antiguamente, el escritor se sometía a las críticas en los medios de comunicación tradicionales. Imagino que si recibía críticas directas por parte de los lectores de a pie serían más bien positivas, no imagino a la gente molestándose en escribir cartas negativas sobre un libro que acababa de leer y poniéndoselo a parir con su puño y letra… O sí, no sé. Yo jamás lo he hecho. En realidad ni para bien ni para mal. Ahora es muy fácil opinar sobre cualquier libro y hacérselo llegar a su autor. Incluso, aunque no se pretenda hacérselo llegar, es sencillo encontrarlo con escribir su título en el buscador. Porque la curiosidad es muy tentadora para el gato y así nos luce después el pelo...

      Al principio pensaba que con el primer libro era con el que peor se pasaba y que después ya uno se curaba de la timidez de publicar. Sin embargo, ocurre justo al contrario. Se incrementa. Siempre vas con el miedo de fallar y que tus historias dejen de interesar. No es que sea difícil mantener el ritmo, es que el miedo a veces paraliza un poco y te hace más inseguro que al principio. Se te planta delante de los ojos el cartel de lo que se espera de ti, y tu cabeza se llena de pósits con frases del tipo: ¿En serio que de esta historia vas a sacar algo interesante? ¿Estás segura de que quieres seguir adelante con este bodrio? Esto que se te ha ocurrido es una mierda pinchada en un palo, ¿no crees?... Sin embargo, solo queda una alternativa: coger los pósits, tragártelos uno a uno y tirar para adelante. Lo que venga después ya te lo dirán otros. 

      Aunque he de reconocer que, desde que escribo por mi cuenta, vivo esas incertidumbres de otro modo. Si gusta el libro, yo encantada. Si gusta menos, qué más da… ya vendrá el siguiente con más fuerza. Si, en definitiva, el disfrute de todo esto viene del momento en que se cocina la historia, y la satisfacción llega cuando lo disfrutáis vosotros. El lastre hay que dejarlo en el camino.

      Mi consejo: escribid como si solo lo fuerais a leer vosotros.




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