Luces sin tiempo




No eran solo las risas a destiempo, ni el romper la ropa por la rodilla o los codos, o mojarse los bajos del pantalón con los charcos, ni dibujar en un papel aquello que anhelábamos comprar y que guardaba más ilusión en sus trazos de la que quedaba después cuando por fin llegaba a nuestras manos. Era la magia de pensar que todo sería posible allí, en aquellos momentos sin tiempo, donde el pasado aún no existía y el futuro era tan lejano y confuso que no parecía formar parte de la realidad. Pensar en el futuro era como ver esas luces difuminadas en una noche de lluvia tras un cristal. Del mismo modo que lo es ahora cuando observamos el pasado.

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