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Mostrando entradas de 2013

Reconciliación

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             Este año he decidido reconciliarme con la Navidad. Nunca ha sido para mí una fiesta esperada ni bien recibida, siempre me ha faltado algo que me conecte a ella, pero he de reconocer que desde que soy madre la vivo de forma algo distinta, tal vez contagiada por la ilusión de mis hijos; ellos consiguen que me vuelva un poco mamá Noela o reina maga y me distancie en cierta medida de esa aversión que no estoy muy segura de cuándo comenzó, donde siempre voy contando los días para que finalice como en una especie de calendario de “adviento” inverso, con inicio el 24 y liberándome el 6. Pero este año para mí es distinto. Este año (por motivos que no vienen al caso) no me apetece esa cuenta atrás, quiero disfrutar de todos y cada uno de los días de este diciembre y de este 2013 que se marchita. Por ello voy a intentarlo. Voy a detener mi calendario inverso. Voy a ralentizar mi tiempo. Voy a intentar reconciliarme con esta Navidad.

Suficiente

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     Una palabra es suficiente para sentirte tocando el cielo o hundido bajo él. Una mirada es suficiente para descubrir que la vida es perfecta o te ha dado la espalda esta vez. Una caricia es suficiente para encontrar el calor que buscabas o helarte la piel. Un segundo es suficiente para vivir el instante más intenso o para perder lo que siempre fue.

Echo de menos lo auténtico

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      Hacía mucho que no me ponía a escribir sin más. Me refiero a escribir sin construir una historia o relato, a expulsar un pensamiento que me ronda por la cabeza. Realmente aquí no he plasmado muchos, suelo dejarlos en el tintero. Hoy, dando una vuelta por las redes sociales, me ha surgido preguntarme en qué mundo de locos vivimos, refiriéndome al tipo de vida hacia el que nos hemos ido proyectando con la tecnología. No damos un paso sin publicarlo antes en nuestro Twiter, Facebook, Instagram, G+… como si nosotros mismos quisiéramos entregar nuestra vida para formar parte de un Reallity gratuito. ¿Y a dónde nos llevará esto? Es una de las preguntas que me hago.        Paseando por las redes sociales detecto mucho rencor, a veces dolor, quejas la mayoría, pero lo que más me gusta es encontrar felicidad. Hay gente que comparte muy poca felicidad, y no creo que sea porque no la vive ni la siente, sino porque gusta de esa fachada derrotista, de ese afán por el victimismo, tal ve

Haiku VIII

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Para su mundo construye una ilusión. Observa la lluvia.

Haiku VII

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Retoma el vuelo  orgullosa y erguida,  sus alas pesan.

Y otro...

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           Llevaba días esperándole, aún sabiendo que a veces se retrasaba o incluso jugaba a engañarme, haciendo creer que venía para quedarse y marchándose una semana más para, después, regresar definitivamente con cierto aire burlón, ese tan característico suyo donde no sabes si te espera un día espléndido o si se avecina una buena tormenta. Tal vez era eso precisamente lo que me gustaba de él, esa incertidumbre, el unos días parecerse a su predecesor y sin previo aviso volverse tan gélido como el que le sucede.       Ese día quiso aparecer por sorpresa, como le gustaba hacer. A pesar de su apariencia invisible lo sentí llegar; disimulé y me hice la despistada para que no me hiciera la jugarreta de marcharse. Ya estaba disfrutando  de su fresca y húmeda brisa antes de dejar caer las primeras hojas. Pronto, un manto tostado haría visible su inconfundible presencia otro año más.

A la vuelta de la esquina

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              Bueno, ahora sí que sí, esto huele a publicación inminente y como diría mi amiga Anyels: ¡El niño se nos ha hecho bilingüe! El próximo día 17 de septiembre sale a la venta “Thirty postcards away” y no puedo estar más feliz y satisfecha con el resultado. Yo ya he leído la versión en inglés (bueno, leído son palabras mayores jajajaja, he hecho lo que he podido gracias a la ayuda de un traductor personal que me he agenciado…) y lo más sorprendente para mí es que han respetado el texto original de una manera que ni imaginaba, siempre pensé que lo adaptarían, en su mayoría, para el mercado americano. Sin embargo, lejos de lo que pensaba, apenas han cambiado unas cuantas expresiones o menciones de algunas marcas comerciales.       Nada más por aquí, os dejo con el boceto de la cubierta del libro que espero os guste tanto como a mí.

Chantaje

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Salió del despacho del director con la satisfacción del triunfo en sus manos: aunque fue pillada por su profesora copiando, aprobaría el examen final de química. Ellos aún no sabían que el vídeo tórrido que acababa de mostrarles llevaba ya días navegando por Youtube.

Baker Street Station

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      Le miraban con fingida lástima al depositar las monedas en la funda de su violín mientras tocaba.      —¡No estoy loco! —murmuraba, ajeno a su indumentaria—. Sólo esperamos el tren que nos llevará a nuestro tiempo, ¿verdad Watson?      El perro lo miró y continuó durmiendo sobre el andén.

In fraganti

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     La misma cantinela otra vez. Ese ruido acompasado que atormenta su cabeza, evocando aquella desgarradora imagen. Sabe que no debe salir. Se cubre con la almohada para amortiguarlo. Aún así no desaparece y la escena acude a su mente:       —¿Duele mamá?       —¿Qué haces aquí? ¡Vete a tu cuarto!

Nadie

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      Se acercó a la habitación de su hija con sigilo, mantenía una conversación con sus muñecas a las que tenía perfectamente ordenadas tomando el té. –¿Quieres una pastita, mamá? –Mamá ya no está, cariño –añadió el padre a su espalda. –¿Con quién hablabas? –le preguntó su nueva esposa, observando el cuarto vacío.

Medidas desesperadas

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Al despertar me encontré con una cara desconocida. Todo a mi alrededor me lo parecía. No conseguí tranquilizarme cuando su voz afirmó ser mi marido, ni al observar la mirada diabólica de aquellos niños. Él sólo esperaba que la estrategia funcionara mejor que la de los anuncios.

Haiku VI

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Trenes cruzados trayecto imposible reencuentro.

Haiku V

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Coge su mano caricias del viento sueños vividos.

Volver

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      «Cuando volvamos a encontrarnos, recuérdame que te debo una historia». Removía el contenido de su taza rememorando aquella frase que él le dijo cuando se conocieron, justo antes de despedirse para meses después reencontrarse y no volver a separarse más. Había llovido tanto desde aquello.       Él, sentado ahora frente a ella, presta toda su atención a la pantalla de su teléfono móvil. No hay palabras durante el desayuno, dos o tres frases sueltas durante el almuerzo, y apenas brotan unas cuantas durante la cena. No recordaba cuánto tiempo hacía desde la última vez que habían mantenido una verdadera conversación. No de las habituales de qué tal el día, donde ninguno escucha interesado la respuesta del otro hasta el final; sino de las auténticas, de las que pueden faltar palabras pero jamás se pierde el brillo en la mirada, de las de me he fijado en que cuando vistes de azul estás más alegre que cuando lo haces de negro, ¿va todo bien? O en las que previamente se prepara la c

La máquina del olvido

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      No se dejen engañar, nadie entraba de manera voluntaria en aquel lugar. Eran empujados por las miradas inquisitivas de su alrededor. Miradas de extrañeza donde se podía leer: «¿A qué esperas? Cambiar tu situación sólo depende de ti. Borrar lo que te atormenta es muy sencillo, sólo tienes que entrar ahí y saldrás libre de carga; exento de esos recuerdos que roban tu sueño. Si no eres feliz es porque no quieres». Nadie les decía que, una vez despojados de sus recuerdos, comenzar de cero no sería tan sencillo; que tropezar una y mil veces les ayudó a aprender a no caerse; ni que lo bueno conseguido sabe mejor apreciando el sacrificio; o que el dolor de una pérdida también muestra el camino de la intensidad con que se vivieron los momentos felices. Nadie advertía de esto porque cuanta más unión había en la idea de olvido, más vacíos quedaban sus corazones. (Inspirado en la frase: "No se dejen engañar: nadie entraba de manera voluntaria en aquel lugar" para El CuentaC

Haiku IV

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Por su mirada un dolor transparente inquieta el alma.

Haiku III

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Busca su rumbo naufraga entre líneas disolviéndose.

Haiku II

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Despierta la vida y frente a sus ojos camino fugaz.

Haiku I

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Cae la luz del sol, luego escapa su risa y amanece.

El plan

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      Había llegado ese día tan temido, mañana se apagaría el sol. «No creas en esas bobadas —decía su amigo—, es sólo un eclipse, no se apagará nada». Pero ella nunca había visto uno y lo cierto era que le intrigaban los rumores que corrían por el colegio. Aquella noche le costó conciliar el sueño. Durante la tarde, impulsados por los temores de ella, no habían parado de darle vueltas a todas las cosas que aún les quedaban por hacer y cómo disfrutarían sus últimos momentos:       —¿Cuánto tardaría la tierra en congelarse? —le preguntó ella.       —No lo sé… tal vez días, supongo.       —¿Por qué no trazamos un plan?       —¿Qué tipo de plan?       —¿Que te gustaría hacer en estas últimas 24 horas de sol?       —Es que no creo que vayan a serlo.       —Pero imagina que lo son.       —Pues… no sé… atiborrarme de dulces hasta vomitar, ver pelis que no me dejan por la edad, coger la moto de mi hermano… ¿y tú?       —No iría a clase mañana, le quitaría la tarjeta a m

Confianza

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      He recorrido océanos de tiempo para encontrarte —le dijo a su reflejo en el espejo. En su expresión se dibujó una sonrisa triunfal, acompañada de una mirada desafiante—, y no he llegado hasta aquí para dejarme influenciar por aquellos que sólo tratan de hacerme perder lo más valioso que he conseguido en la vida. (Inspirado en la frase «He recorrido océanos de tiempo para encontrarte» de El CuentaCuentos)

Los libros no están hechos de papel…

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… Los libros están hechos de constancia, de noches en duermevela dando forma a una idea, de sacrificio, de robarles horas a quienes conviven con el escritor, de ayuda, de cambios de humor repentinos, de comprensión, de satisfacción cuando encaja una trama, de dudas ante un bloqueo, de miedos, de esperanza, de ilusión, de la magia de sentir que los personajes cobran vida, de placer cuando conseguimos meternos en su piel, de creer que el lector los va a disfrutar casi tanto como el propio escritor al crearlos, de imaginación, de entusiasmo, de latidos del corazón, de pasión… pero sobre todo, los libros están hechos de sueños.

Un año en Amazon

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      Hoy hace un año que auto-publiqué mi libro en Amazon y lo cierto es que no puedo quejarme, para nada, de mis andanzas en ese gran gigante de los libros. En este año que ha transcurrido, “Treinta postales de distancia” ha logrado permanecer 348 días en el top 100, unas veces más arriba otras más abajo, incluso algunos días se ha despistado y ha salido de él… Pero ahí sigue, luchando como un jabato para conservar su huequecillo a la vista de los lectores, donde encuentra vuestro apoyo y los grandes comentarios que habéis dejado, que no han sido pocos. Y gracias a todo ello este año disfrutaremos de su alter ego americano: “Thirty postcards away”. Viene algo más avanzado que él, porque traerá puesto su traje en papel y estará respaldado por una gran editorial, pero a “Treinta postales” que le quiten lo bailao, que él solito ha conseguido lo que ha conseguido, y su madre literaria no puede estar más orgullosa de él.        Aprovecho para daros las gracias de nuevo a todos los q

Otro año más...

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Lino

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      Corriendo detrás de la verdad, entendí la teoría de Einstein. Todo empezó la primera vez que se coló en mi terraza. Era el gato de un anciano que vivía en el apartamento contiguo. Nos cruzábamos de vez en cuando en el portal o el rellano, aunque no era muy dado a salir de su casa. Vivía solo con su gato, cuyo nombre averigüé ese mismo día en que se coló, lo ponía en un precioso collar que llevaba, de cuero rojo con algunos adornos y una chapa brillante: Lino se llamaba. Su dueño no era muy hablador, me agradeció que se lo devolviera con un escueto gesto, que interpreté como una tímida sonrisa, y un movimiento de cabeza.       Empezó a ser una costumbre que Lino se colara en mi casa y, al cabo de un tiempo, me había acostumbrado a su presencia. Le cogí tanto cariño que terminé comprándole un comedero especial y un cojín al lado de la ventana. Era donde más le gustaba estar, le encantaba escuchar el sonido de la calle.       Al principio se lo devolvía llamando a su pu