Entre dos copas de vino



      Si me hubiesen preguntado qué era lo que había visto aquella noche, no hubiese sabido qué responder. Nosotras lo llamábamos noches de cine, y nunca sabíamos qué película íbamos a ver. Si nos distribuían a más de cuatro a lo largo de una mesa, ya sabíamos que allí se iba a montar un buen sarao. Esas eran las pelis de acción, podíamos terminar mezcladas unas con otras, regadas de agua en vez de vino o de cerveza, incluso más de una hecha añicos. Era divertido pero también te jugabas la vida. Las copas de champán eran las que antes solían caer en esas celebraciones y, aunque son insoportables y siempre van presumiendo por su figura fina y delicada, solemos dejarlas creerse lo que quieran. En el fondo nos dan bastante pena, algunas no aguantan nada y se rompen el mismo día de su estreno. 

      Yo, afortunadamente, soy una copa de vino, y también una enamorada de las películas románticas que, traducido a nuestro cine, son las mesas de dos, incluso a veces de cuatro. Son sesiones tranquilas y relajadas. Aunque no siempre es así, a veces asistimos a escenas de tensión donde nos encantaría tragarnos el vino que contenemos y entrar en un profundo sueño, hasta que el calor y el ruido del lavavajillas nos despierte.

      Aquella noche no sé qué tipo de película nos tocaba, parecía de cine mudo, era una mesa de dos y mi compañera tenía las mismas dudas que yo. Habían aterrizado en nuestra mesa dos comensales que apenas hablaban, aunque tampoco parecía que estuviesen enfadados, simplemente se mantenían en silencio y, de vez en cuando, se preguntaban algo que se les ocurría y, después de contestar, volvían a sumergirse en otro incómodo silencio que nos mantenía intrigadas. Uno de ellos apenas probaba el vino, el que me tocó a mí para más señas. Lo bebía pero no parecía disfrutarlo. Nosotras notamos ese tipo de cosas, es un acto muy íntimo el que compartimos con ellos, no todo el mundo está acostumbrado como nosotras, a rozar los labios de otros. Lo que no sabría distinguir era si no lo disfrutaba porque mi contenido no era de su agrado, o porque le incomodaba su acompañante. Le pregunté a mi compañera, para saber si a su comensal le ocurría lo mismo, a lo que me contestó que no había notado nada extraño en su forma de beber, excepto que había dejado una huella en el filo con su lápiz de labios, cosa muy habitual.

      Por el contenido de la breve e intermitente conversación que mantenían, quedaba claro que se conocían bastante, pero su actitud en la mesa revelaba que era la primera vez que cenaban juntos, incluso  a ratos me  daba la sensación de que era la primera vez que se veían; aunque por momentos parecía todo lo contrario, que se habían visto muchas veces. Lo que sí tenía claro y deduje desde el principio, era que no se trataba de una pareja como tal.

      Antes de llegar a los postres, y previendo que en cualquier momento nos retirarían de la mesa, empujada por la intriga que me producía aquella extraña pareja, le propuse a mi compañera realizar un experimento para descubrir más detalles sobre nuestros invitados. Intercambiamos nuestras posiciones de tal modo que mi compañera se situó frente a él, y yo justo delante de ella, pudiendo observar que ya no le quedaba ni un rastro de su lápiz de labios. Cuando ambos dieron un sorbo de vino, lo notamos en nuestra superficie, a la vez que ellos lo sintieron y acompañaron con sus cómplices miradas, era la primera vez que sus labios se acariciaban en algo parecido a un beso latente.

Comentarios

  1. Me ha sorprendido mucho la narrativa copa-céntrica. Eres genial Sara, has elegido el elemento perfecto para describir una cita de un modo diferente. Por un momento me he acordado del candelabro y de la tetera de la Bella y la Bestia, jajaja. Me encantó.

    Un beso.

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  2. Pues precisamente la están echando en la tele jajajaj

    Muy original!! =)

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  3. Anónimo11/1/11

    Que precioso relato!
    Además actual, da la sensación de que se ciber conocían y esa era la primera vez que se podían oler.
    Qué bonito ese primer beso transitivo. :-)
    Bsos

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