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Mostrando entradas de septiembre, 2010

Al otro lado

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      Aquel muro le impedía la visión. No se trataba de un muro de ladrillo, ni de cemento; era un muro invisible que se había formado a raíz de sus dudas y sus miedos.       En su lado del muro controlaba su vida a su antojo. Guardaba una distancia prudencial con lo desconocido e imprevisible, y ello le proporcionaba seguridad para tomar sus decisiones. Al otro lado del muro se encontraba todo aquello que consideraba inestable, oculto e incontrolable.       Sin embargo, cada día, se paseaba por las inmediaciones de aquel muro. Era como una tentación que no podía evitar, como una rutina ineludible. A veces sólo se daba una vuelta para asegurarse de que el muro permanecía ahí. Otras daba un paso más, y se ponía de puntillas para asomarse por encima de él. Pensó en abrir un portillo para salir y entrar libremente; pero tenía miedo de que al hacerlo, se quedase abierto y no pudiese recuperar la estabilidad y el confort que le proporcionaba aquel muro, que tanto había tardado en cons

Mi primera vez

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Cuando todo había terminado, me sentí tan relajada que no me hubiese importado permanecer allí un poco más. Al principio sentí miedo, quizá me sentía insegura por ser la primera vez. Él me dijo que me tomase mi tiempo, que todos pasábamos por ese instante en el que piensas que no vas a ser capaz, y se te seca la boca por la tensión acumulada. Nos miramos, yo para preguntarle con la mirada si había llegado el momento, y él para responderme que sí. Bebí un sorbo de agua y expuse mi trabajo ante mis compañeros con total fluidez. (Micro 100 palabras sobre "Mi primera vez en algo..." para Nuncajamás)

Senderos de papel (Cap. III)

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El mundo a sus pies       ―Hola mamá, no sé si voy a poder hablar mucho contigo, es que estoy en una cafetería y he quedado para tomar café con Israel. No me apetece que siempre se trague nuestras conversaciones.       ―Hola hija, parece que nunca doy con el momento acertado ¡Mira que eres arisca! Cuando no estás en el trabajo, es que no estás sola...       ―Lo siento, ya sabes que soy un poco brusca pero es que la vida aquí es mucho más ajetreada que allí. Aquí se vive con un cronómetro insertado en la cabeza.       ―¡Qué tonterías tienes Adela! ¿Y qué tal en la oficina, que nunca me quieres contar nada?       ―Todo bien mamá. No te cuento nada para no aburrirte. Allí como siempre, todo el día de papeleos, llamadas... ¡Es un no parar! ¿Y por allí qué tal?       ―Todos bien. La abuela te manda un beso. Y dice que te cortes un poco el pelo, que cuando estuviste aquí te vio más flaca y con el pelo tan largo ni se te ve la cara. Tu prima dice que la próxima vez que vengas, se va con

Senderos de papel (Cap. II)

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  Leer antes: Senderos de papel I La chica de los ojos cerrados       Tres pequeñas gotas de agua aterrizaron en la mano que sujetaba el arco de su violín, formando parte del preludio que abordaría a aquella tarde de frío invierno. Se había formado un pequeño grupo de gente a su alrededor. Mientras tocaba el primer movimiento del otoño, del gran maestro Vivaldi, un señor con un sombrero negro y bastón, se acercó y depositó unas monedas, con tan mala suerte que dos de ellas rodaron fuera de la funda del violín que el músico había colocado a modo de arca. El desconocido echó un vistazo a su alrededor, y al no ver el paradero de las monedas, hizo un gesto al músico de resignación, a lo que el músico contestó con un guiño y una enorme sonrisa.       Él sí tenía perfectamente localizadas las monedas. Habían ido a parar a los pies de una joven que llevaba más de quince minutos escuchando su música. La había visto varias veces pasar delante con un paraguas rojo colgado del brazo y un abr

Senderos de papel (Cap. I)

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Senderos de Papel es el título de mi gran travesía en "Travesía literaria". La comencé en marzo, y aún estoy atascada más o menos por la mitad. He decidido ir publicándola para ver si así me obligo a arrancar de nuevo. Este capítulo está basado en una de las canciones que nos proponían, otros están basados en imágenes, pecados capitales, etc. Os dejo con el primer capítulo, y aunque cada uno tiene su título, todos pertenecen a la misma historia. Cuando despierte       Era la tercera entrevista que hacía esa semana. Llevaba más de tres meses en la ciudad y sólo había tenido suerte durante una semana en que la contrataron como personal de limpieza, sustituyendo una baja en unos grandes almacenes. También había conseguido un trabajo para los fines de semana como cajera en una gasolinera, y que aún conservaba. Subsistía con los pocos ahorros que su madre había podido darle cuando decidió marcharse de su pueblo, hacía ya casi cuatro meses, y el sueldo de los fines de semana que

Pequeño cambio…

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      Cuando me da por experimentar… mal asunto. ¡Tengo más peligro con el ratón que un mono con dos pistolas! Llevaba mucho tiempo cotilleando las nuevas plantillas de Blogger. Bueno, nuevas… llevan ya un montón de tiempo, pero yo seguía aferrada a mi antigua plantilla «Harbor». Así que hoy me puse a juguetear con el blog y a cambiarle de look en plan “probar y no guardar los cambios”… ¿Y qué ha pasado? Pues que le iba a dar a «ver blog» pensando que era una vista previa y le he dado al botón de al lado «aplicar al blog»… Después de entrarme los siete males, sabiendo que no podré recuperar mi antigua plantilla porque Blogger las ha quitado, he recapacitado y he pensado que quizá es cuestión de tiempo el acostumbrarme a verlo así… Al menos encontré un fondo que le va al título… ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con «flare» en alguna foto a contraluz?  Tienen su encanto.       Pues nada, que aquí la metepatas ha cambiado de look.

Maldita la gracia...

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Lo que está escrito en otro color de fuente son enlaces       Ahora escucho un ratito, cuando voy en el coche por las mañanas, el nuevo programa de radio de Europa FM: “Levántate y Cárdenas”. Hay una sección del programa que es sobre bromas. La del miércoles me hizo mucha gracia pues un tipo llamó a un sitio de esos de descargas de juegos para el móvil y se quejaba del servicio porque se descargó el juego de los SIMS y su muñeco no se levantaba de la cama. Por lo visto, le explicaba a la del servicio de descargas, había pasado el fin de semana con otra SIM dándole salami (palabras textuales) y llevaba dos días sin moverse. La del servicio de descargas se lo quitó de encima como pudo, diciéndole que buscase la solución por internet. Al día siguiente volvió a llamar, en esta ocasión se puso un hombre y el bromista, entre sollozos, le contó que quería poner una reclamación porque su SIM había fallecido. El del servicio de atención, impasible ante los lloros del cliente por la pérdi

Comparando el mar

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      Aquella tarde, sus aguas parecían las garras de una fiera enjaulada. Amenazando en cada impulso para hacerme caer de aquella roca. Me mantuve firme en mi puesto, desafiando sus lenguas de fuego sustituidas por gélidas aguas, de aquel gigantesco dragón que hacía tan solo unas horas, dormía plácidamente como una llanura en calma.       Siempre me he preguntado qué secretos esconde el sonido del mar. Por qué hechiza los sentidos con el vaivén de sus aguas. Te atrapa con su murmullo infinito, incita a descalzarte y a jugar con sus embistes, como si fuera un niño travieso que te lanza la pelota y no puedes resistirte a pasársela.       Un niño gigante y caprichoso que consigue seducirte con sus ojos tristes en los meses de invierno, y con su mirada radiante en los días más soleados. Te enreda en sus aguas con su juego de oleaje, meciéndote con sus enormes manos, y olvidando, en ocasiones, su fortaleza;  dejando tu cuerpo exhausto por el forcejeo de su efusivo abrazo, hasta que lo

¡Trágame tierra!

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      Íbamos paseando por el campus universitario camino del autobús. Hacía unos seis meses desde que nos habíamos conocido, a principios de curso. Ella se sentó a mi lado en clase y enseguida surgió nuestra amistad. Al principio era muy comedida en sus comentarios, y ello hacía que me sintiese cómoda charlando con ella; pero poco a poco se fue soltando y no tardó en sacar a relucir su escondido egocentrismo y sus aires de protagonismo. Siempre recriminaba que me mantuviese en segundo plano en las conversaciones; pero en el fondo le encantaba que así fuese y poder ella manejar todos los hilos de nuestra amistad a su antojo. La nuestra y la de todo el grupo, claro.       Lo que más le gustaba, era airear los trapos sucios de los demás. Y disfrutaba cuando era testigo de esas meteduras de pata típicas que cuando las cometes te hacen decir: ¡Trágame tierra! Recuerdo una vez que salíamos de una tienda, y sin darme cuenta de que la puerta era de cristal, me empotré con ella de bruces y

Aquel profundo sueño

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      A pesar de su actitud decidí seguir la relación con él. Realmente, a aquello que teníamos no se le podía llamar relación. Nunca tuve claro qué nos impulsaba a estar cerca. Éramos  muy diferentes, al menos aparentemente diferentes. Cuando nos conocimos, era como si cada uno estuviese hecho de un elemento químico opuesto al del otro.       Después del primer contacto, parecía que todo fluía en perfecta sincronía, como si las palabras de uno saliesen de la boca del otro, para regresar por los oídos del primero y ser guardadas en la mente del segundo. Nuestros elementos habían formado una disolución adecuada, un perfecto equilibrio químico.       Si hubiésemos sabido cómo terminaría aquello, es posible que ninguno se hubiese aproximado al otro. Habríamos caminado, sin más, por nuestra trayectoria, sin volver la mirada ni pararnos a pensar. Un cruce sencillo, sin brisa ni movimiento, sin un roce invisible que levantase el vuelo de una semilla de diente de león; un cruce vacío

Los niños de hoy...

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      Muchas veces hemos recibido correos con presentaciones en PowerPoint de comparativas con los tiempos de antes, incluso anuncios de televisión, y nos hemos sentido orgullosos de ser treintañeros o cuarentones, y de haber sobrevivido a todas aquellas inclemencias de nuestra infancia, donde si seguimos vivos es por pura casualidad. El otro día me contaba mi marido, entre orgulloso y aterrado, sus hazañas en bicicleta por “El caminito de la muerte”, así lo habían bautizado. Un camino de medio metro de ancho, cuyo borde interior era una roca vertical, y el exterior un precipicio de quince metros ¡Pá haberse matao! Estas anécdotas me hacen plantearme serias preguntas ¿Seré capaz algún día de dejar a mis hijos ir solos con la bici? O lo que es peor… ¿Les dejaré salir solos aunque sea a pie? Supongo que sí, no creo que vaya a ser una madre coñazo de por vida, pero me aterra la idea, será porque aún son pequeños…       No era esto lo que quería contar, sino lo sibaritas que se han vue

Mi mundo

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                                             Nunca he conseguido que mi mundo gire a la velocidad establecida. Ni que lo haga en el sentido habitual de rotación. Su ritmo es inconstante y contradictorio; unas veces gira como las agujas de un reloj, otras retrocede como una manecilla loca, y otras, simplemente, se desprende y se precipita, como los granos de un reloj de arena. Sin un soporte donde agarrarse, ni una muesca en su inmaculado cristal; mi mundo cae esperando que el reloj dé la vuelta o se transforme en un reloj solar. Mi mundo a veces es grande y compartido; otras veces es pequeño y secreto. Viste miles de colores cuando se despierta con sonrisas, y pierde sus tonos cuando se envuelve en melancolía. De la misma forma enciende y apaga sus luces, siempre guiado por las sensaciones que despiertan su nuevo día. No sé si el resto de los mundos son como el mío. Un mundo que vive soñando en su vida, con la esperanza de algún día, estar viv

De miedos irracionales...

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      No soporto las películas de miedo. Bueno, no es que no las soporte, me encanta verlas, lo que no soporto es el después, suelo tardar muchísimo tiempo en olvidarlas y, lo peor de todo, soy totalmente irracional en este asunto… Ejemplo: Hace muchos años, cuando se estrenó la película de “El sexto sentido” trabajaba en un laboratorio fotográfico. Recuerdo que al día siguiente de ver la película estaba yo muy contenta porque, dentro de lo que cabe, no estaba tan acojonada como suelo estar cuando veo una peli de este género. Así que todo fue a las mil maravillas hasta que me tuve que meter en el cuarto oscuro para cargar la bobina del rollo de papel fotográfico… En la mitad del proceso, no sé por qué estúpida razón, me dio por pensar en la película que había visto y en que, lo mismo, algún muerto podría estar a mí lado allí mismo, haciéndome compañía en el cuarto oscuro… ¿Qué pasó? Pues que me entró tal pánico, que no tuve más remedio que encender la luz y velar todo el rollo de

El niño que perdió su sombra

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      C uando perdió su sombra, no se lo contó a nadie. Tenía miedo de que todo el mundo se fijase en él y le mirasen como a un bicho raro. Era un niño muy tímido y más maduro de lo que le correspondía por su edad. Pensó que si caminaba por la calle, por el lado donde daba la sombra de los edificios, nadie echaría en falta la suya. Se preguntó dónde habría ido a parar. Nunca había hecho nada parecido, a pesar de que millones de veces, había jugado a pisarla y a librarse de ella, sin éxito.       La sombra, por su parte, se encontraba paseando por las calles de su barrio. Se distraía jugando en los parques y hablando con todas las sombras que se cruzaba por el camino. La noche era el momento cumbre para las sombras sin cuerpo, las calles y parques rebosaban de ellas. Era una sombra muy extrovertida, y no le daba miedo

Terapia de grupo

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              Participo en un reto que ya por su título me llamó la atención “Terapia de grupo” . Se trata de escribir sobre nuestros defectos en plan: Hola soy fulanito... y en 200 palabras . El problema es que hay que hacerlo sin las conjunciones: « y »« e »« ni »« que » Me pareció interesante publicarlo aquí, y de este modo dar por reconocidos mis defectos.  Aunque ha sido muy tacaña la jefa organizadora, porque en 200 palabras es difícil meterlos todos, sin sonar a la lista de la compra pegada en el frigorífico con un imán...            Mi nombre es Sara. Mi mayor defecto es el despiste. Cuando me presentan a alguien, si me lo encuentro días más tarde, no suelo reconocerlo ni tampoco saludarlo. También me pasa con los vecinos: en el ascensor saludo, pero en el supermercado ya no los identifico como tal, son caras conocidas pero no sé si de haber hecho la compra más veces allí, más de uno me toma por estirada. Una vez me crucé en Carrefour con Chiquito de la Calzada,

Una vuelta al principio

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Llega septiembre, la vuelta al cole, y en mis "letras que forman países", regreso a tierras africanas, precisamente abarcando ese campo, el periodo lectivo. Llevo tanto tiempo buscando información sobre Kenia, que a veces pienso que si un día tengo la oportunidad de viajar hasta allí, quizá me va a parecer que ya he estado...   Cap. anterior: En días de disturbios     Aquel tipo llevaba un  buen rato observándome desde el otro lado del mostrador de recepción. Cuando me dirigía a la salida, noté cómo unos pasos se acercaban hacia mí. Me giré para comprobar que, efectivamente, aquel hombre alto me seguía con un gesto interrogante.     ―Disculpe, llevo un tiempo observando que viene mucho por aquí y que realiza fotografías a nuestros clientes. No me parece mal, pero he recibido quejas por parte del personal del hotel sobre usted y sus actividades ―se tomó un tiempo para elegir el adjetivo adecuado―… fraudulentas.     ―¿Fraudulentas?¿De qué demonios está hablando? ―le contest

Seis meses en mi blog

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Ayer fue un día muy especial en “mi mundo bloguero” pues era Blog Day 2010 (yo tampoco tenía ni idea de lo que era, no os preocupéis) y Markos , un bloguero que me encanta por su ironía, sutileza y ocurrencias divertidísimas, recomendó mis sueños a contraluz. Lo que más me gustó de su gesto, a parte de sus palabras, fueron sus motivos, dijo algo así como que los que empezamos en este mundo del blog, somos los que más necesitamos una palmada en la espalda para seguir adelante, y tiene toda la razón, es una forma de decirnos: Oye, ni se te ocurra dejar abandonado tu blog, me gusta y merece la pena darse una vuelta por aquí. Lo que os he contado, me hizo reflexionar sobre cuándo se me ocurrió escribir este blog. Y dándole vueltas al asunto, me di cuenta que ya llevaba seis meses en este mundo blogueril. Recuerdo que hace seis meses, no tenía ni idea de lo que era un blog, había oído lo de los blogs, pero no tenía muy claro el concepto. La cabeza me hervía con unas cuantas anécdota